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El Viejo, Nicaragua

El 25 de Agosto se celebra en Nicaragua el día de las personas con Discapacidad, por lo que se invitó a tres personas de Casa Esperanza a participar a una actividad en Chinandega, enmarcada en la Celebración de la Semana de las Personas con Discapacidad que realiza año con año el Centro Regional de Rehabilitación y Estimulación Temprana de Occidente, mejor conocido como “Los Pipitos”.

Dialogando y analizando la propuesta, se decidió que fueran Zita Bucardo, responsable de las actividades de Casa Esperanza, y Carlos Pantoja, cariñosamente conocido como “Chicopan”. Al tener Chicopan una discapacidad motora (distrofia muscular) que le dificulta transitar en el bus, se decidió que Ana Lourdes, MMB chofereara la camioneta para que Zita y Chico (montado en su silla de ruedas) pudieran ir atrás en la tina y se trasladaran al evento.

Después de bajar a Chicopan e ingresar al lugar, se hizo un recorrido por una exposición de lindísimas maquetas y murales, donde “Los Pipitos” exponen su trabajo de manera muy creativa, sobre las distintas áreas de rehabilitación: psicomotricidad, lenguaje, alfabetización, taller de manualidades, hidroterapia, etc.

Posteriormente dio comienzo un foro sobre Discapacidad, enfocándose principalmente, en el uso que hacemos de los términos para referirnos a personas que tienen algún tipo de discapacidad. Se hizo mucho énfasis en lo peyorativo que resulta el lenguaje cuando usamos diminutivos como “cieguito”, “mudita”, etc. Se nos invitó a deconstruir nuestro lenguaje coloquial y a llamarle a las cosas por su nombre: discapacidad motriz, auditiva, de lenguaje, etc. Ya no se usa, al menos en Nicaragua, el término “capacidades diferentes”. También se hizo hincapié en que, con el lenguaje van aparejadas las visiones que tenemos de las personas que sufren discapacidad y que de alguna forma limitan más, cuando les vemos con lástima.

Al terminar la exposición, se abrió la participación a las personas asistentes y los aportes fueron de mucha riqueza para abrirnos los ojos, la mente y el corazón, de forma que salimos con deseos de prepararnos, de salir más a contactar con otros Centros donde se hacen intentos para brindar apoyo a personas, que como nosotras/os, sufren alguna discapacidad. Fue un gran regalo y nos puso a volar la imaginación y el corazón.

El día 28 participamos en el desfile que cada año organiza la “Escuela de Educación Especial”, con la finalidad de recordarle a la población en general, que aquí seguimos en la lucha las personas con discapacidad, esforzándonos cada día para tener una vida más digna y plena. Una manera de hacernos visibles, aunque quisiéramos que se extendiera al resto del año y que de algun modo, se ocuparan en facilitarnos las vías para que podamos transitar de manera más segura por las calles del pueblo.

“ABRIR LOS OJOS,
LA MENTE Y EL CORAZÓN”

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Después del desfile, nos quedamos un rato en el convivio que organiza la “Escuela de Educación Especial”, para después trasladarnos a Casa Esperanza, nuestra segunda casa, al convivio que las Hermanas nos prepararon con mucho cariño.

En el convivio, primero vimos un video de un cortometraje que se llama “El Circo de las Mariposas”. Para todas/os fue una bonita sorpresa, ya que no lo esperábamos. El video nos gustó mucho ya que nos hizo reflexionar y caer en la cuenta que la discriminación existe en todas partes. También entendimos que la discapacidad consiste en cómo nos ven o nos quieren ver, lo que nos dicen y nos hacen creer. Creemos que el cómo nos ven, no puede ni debe determinar nuestras posibilidades. Es como una actitud. Nos gustó mucho descubrir que una mirada, un trato diferente, fue lo que obró el milagro del cambio en el personaje principal.

Al terminar el video, compartimos y descubrimos que deseamos volar alto, romper el capullo que tenemos en el corazón y en la visión. Tener mucha paciencia para lograr nuestro sueño y creer en nosotras/os mismas/os.

Después pasamos a comer y tuvimos otra sorpresa, ya que nos sirvieron un riquísimo pollo asado, que a las nicaragüenses nos gusta mucho. Tuvimos música tranquila de fondo y al final compartíamos agradecidas lo alegre que vivimos éste día. Nos gustó mucho sentarnos todas al mismo tiempo, en la misma mesa, y lo mejor, con mucha paz.

Casa Esperanza

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