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Casa de Formación, Guatemala

“DÍAS PARA PEDIR POR LAS NUEVAS

En esta ocasión quiero compartir acerca de la XVII Jornadas Mujeres y Teología, con el título: “Hacia una Teo-Ética Feminista para generar cambios” que se llevó a cabo en la Ciudad de Guatemala, organizada por el Núcleo de Mujeres y Teología. Es la primera vez que participo en este tipo de espacios y agradezco la iniciativa de mujeres sabias que desde su intuición, quisieron promover y provocar otro tipo de espacios, y con esto generar: “otro tipo de redes”.

El lenguaje siempre inclusivo, los detalles de nuestra peculiar creatividad, la expresión de lo que nos habita al son de algún baile, de unas letras inquietas por tener voz o unas líneas que se convirtieron en verdaderas obras de arte, conspiraron para hacer de estos días, algo especial.

Disfruté el momento de poder escuchar a Mary Hunt (Teóloga norteamericana invitada como ponente) con visiones de un feminismo que no pretende “matar al cristianismo, sino hacerlo más fiel” y reconocer que la Teología Feminista no es para la mujer únicamente sino para promover la justicia desde nuestras realidades cotidianas en donde nos invita a reconocernos como agentes, como protagonistas, como mujeres con tanto que dar. Dice un maestro de Teología, Francisco Romero: “¡Lo que se ha perdido la Iglesia por haber apartado a la mujer!”… Y tiene razón.

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Ante tanta novedad para mí, me descubro inquieta y agradecida, con la responsabilidad de esa búsqueda de la justicia con una opción preferencial por las personas marginadas, por una convivencia más comunitaria, es decir, por un banquete inclusivo pero “desde ya”, participando desde mi ser de mujer y con toda la riqueza que esto implica.

Este espacio me permitió conocer otra manera de ser Iglesia y otra manera de ser mujer en la Iglesia. También me permitió algo sumamente importante: “soñar”. Así, comparto mi sueño: sueño con una Iglesia en la que sus estructuras sean de “amistad”, en la que nos percibamos amigas y amigos, en donde se promueva una organización más horizontal, de escucha y diálogo y en donde desde nuestra profundidad, las mujeres nos sepamos con la posibilidad real de generar cambios sociales, con confianza en nosotras y en todo lo bello y sagrado que aportamos y aportaremos a la Iglesia.

¡Qué espacio!, y como dice Casaldáliga:

“Que la revolución no se acabe nunca”.

Gloria Martínez, Postulante MMB