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El Viejo, Nicaragua

“EN ESTE PROYECTO ME DESCUBRÍ”

Queremos compartir una experiencia que está siendo muy significativa para nosotras/os, tanto a nivel personal como grupal.

En Casa Esperanza, conformada por miembros con diversas discapacidades, tenemos varios años elaborando piñatas (el proyecto lo iniciamos con la Hna. Filo Hirota), con poca capacidad de producción, hacíamos dos, tres, acaso cuatro piñatas a la semana. Varias/os de nosotras/os participábamos con pequeños aportes, pues pensábamos que con la discapacidad que tenemos, no era mucho lo que podíamos aportar.

En la segunda semana de octubre, nos llamaron de la Alcaldía Municipal para invitarnos a participar en un proyecto de elaboración de 2,000 piñatas que se regalarán en Navidad a las comunidades más desfavorecidas del campo y la ciudad. La Hna. Ana Noemi nos estaba acompañando en esas fechas, pues la Hna. Ana Lourdes estaba fuera del país. Nos entusiasmó mucho la idea, lo dialogamos, consultamos… y nos lanzamos, pensando que podíamos elaborar 15 piñatas diarias con plazo al día de ayer 30 de noviembre. La Alcaldía prometió darnos en una semana el adelanto de las piñatas para poder comprar el material.

Empezamos a soñar, a proyectar, planear, calcular y decidimos los modelos que haríamos y vimos que lo mejor era usar cajas de cartón para hacer el armazón pero… ¿De dónde las sacaríamos? Recordamos que varias ex-compañeras de Casa Esperanza, que tienen discapacidad auditiva, trabajan en una maquiladora donde desechan muchas cajas, así que las contactamos y les compartimos el proyecto. También nos fuimos a los súper mercados a buscar nuestro preciado material y a las fotocopiadoras, a recoger el papel que desechan de las copias fallidas.

Como comprenderán, al inicio era un poco caótico la llegada de tantan cajas, dónde las pondríamos, dónde colgaríamos tantas piñatas, etc.

Iniciamos elaborando un modelo que parecía fácil, un “Bob Esponja”, después campanas, botas y regalos. Empezaron a surgir las ideas y las dificultades, que si los brazos y las piernas así, que si del otro modo, que si tú haces tal, yo cual, que si yo no sé, que no me mandes, que te digo que hagas así, etc., en un momento se sentía la electricidad en el ambiente y nos empezábamos a desesperar y a crispar.

Poco a poco, fuimos adquiriendo claridad al ir dialogando con Carlos mejor conocido como Chico, ya que tiene gran inteligencia y unos dones de líder naturales increíbles y así, nos fue organizando de tal manera que empezamos a fluir de acuerdo a las posibilidades de cada quien. Chico se fue convirtiendo en el líder del proyecto.

Chicopan y Mayla, son dos hermanos que tienen distrofia muscular, sus músculos son débiles, pero su inteligencia y creatividad son potentes. Chico, junto con Zita quien es la encargada y orientadora en Casa Esperanza, fueron observando las capacidades de cada una/o e idearon hacer pequeños grupos lidereados por alguna de las mujeres que tenían más afinidad afectiva con otros miembros del grupo. Chico está pendiente y nos dirige a todas/os y Mayla tiene la labor de dirigir de una en una, la decoración de las piñatas.

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En el camino nos fuimos relajando, animando y siendo capaces de descubrir habilidades y capacidades que no pensábamos que teníamos. Óscar, que no tiene movilidad en una de sus manos, de pronto empezó a utilizar su mano hábil y sus pies para doblar el cartón que se necesitaba para comenzar a formar las piñatas y una vez armadas por Esperancita y Vero (quien también es orientadora del grupo), Valeria, Gloria, Emperatriz, Nimer y Francisco, empezaron a forrar las piñatas con periódico y luego con papel blanco, con una agilidad y seguridad que nos asombraba a todas/os. Milena, Yami y Giocondita fieles en los pequeños y grandes detalles y la limpieza de la casa, Ella y Tita afinaron sus habilidades para ¡decorar nuestras piñatas!

Se fue pasando de procesos sumamente sencillos a otros más complejos. Aun así, veíamos que nuestro ritmo no daba para 15 piñatas diarias, por lo que invitamos a ex-compañeras que ya no están en Casa Esperanza, familiares y amigas/os para ayudarnos a lograr nuestro objetivo.

El ánimo estaba levantado, alegre, nos sentíamos fuertes trabajando en equipo y apoyándonos unas/os a otras/os, pero ya teníamos tres semanas y el dinero del adelanto para comprar el material no llegaba… ¿Llegaría? Nos desinflamos un poco y como que el ritmo empezó a disminuir.

Por fin, al mes nos llamaron para darnos el adelanto y decirnos que el compromiso eran 428 piñatas para el día 30 de noviembre y para entonces solo llevábamos armadas 200 ¡aún sin decorar! Corrimos a comprar material y la angustia otra vez… ¿Podremos con la cantidad? Ya logramos entregar 300 y aún estamos en proceso en estos primeros días de diciembre ya que nos han dado una prórroga a todas las personas proveedoras del proyecto.

Seguimos aprendiendo y de lo que sí estamos ciertas/os es que en éste proyecto nos descubrimos con capacidades y potencialidades que no conocíamos y que ni siquiera podíamos imaginar. El trabajo colaborativo que hemos ido desarrollando, nos ha hecho más unidas/os como grupo, nos ha levantado la autoestima y nos está ayudando a respetarnos más entre nosotras/os. Estamos aprendiendo el valor del trabajo más organizado y lo que podemos llegar a ser y hacer en ésta dinámica que potencia nuestras posibilidades.

Nos dignifica e ilusiona pensar que podremos llegar con “nuestra gallinita” para la cena de Navidad con nuestras familias. Recoger la experiencia, evaluarla y celebrarla, será otro paso muy importante en el proceso que seguro nos dará muchos elementos para la programación de las actividades del próximo año.

Casa Esperanza