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Instituto de la Vera-Cruz, Guadalajara, Jal. México

“EXPERIENCIA MISIONERA POR VIVIR”

Las misiones es el momento en el que decides compartir de una manera diferente una semana, sin celulares, sin las cosas superficiales que se encuentran en las ciudades y te dedicas a Jesús.

Desde la preparación para irnos de misiones es el comienzo de una aventura, una experiencia con personas nuevas que se convierten en tu familia en tan poco tiempo, con las cuales, abres tu corazón y se viven como equipo experiencias de todo tipo, pueden ser desde las más increíbles, hasta las menos agradables. El pueblo al que vas, se vuelve tu casa, es un lugar lleno de amor, desafíos, experiencias y, te cambia la vida de una manera completamente diferente si estás dispuesta/o a abrir tu corazón a las personas que están ahí y a todo lo que tienen por enseñarte y compartir.

Las primeras veces que vas ¡Te da miedo todo! El saber que vas a renunciar a la comunicación con todo el mundo y a los lujos básicos de la vida, como bañarse y dormir en una cama, porque, nadie disfruta pensar que no te vas a bañar una semana o dormir en el piso con algunos animales, el saber que tienes que dar pláticas sobre temas específicos que a lo mejor no tienes mucha idea, encontrar la manera para que lo entiendan las/os niñas/os, jóvenes y personas adultas y… pensar cómo puede ser la mejor manera para que lo entiendan y puedan ponerlo en práctica, el pensar que vas a ser “maestra/o” aunque sea tres días… pues sí da miedo. Pero conforme vas conociendo el contexto de la experiencia y lo que significa renunciar a estas cosas básicas, se vuelve emocionante y será como un respiro de la ciudad, de las vidas ajetreadas que llevamos, en las que nadie tiene tiempo para sentarse a platicar en las mañanas o ver el amanecer o, simplemente disfrutar una buena taza de café, porque no hay tiempo para disfrutar esas simplicidades de la vida; saber que las personas siempre están dispuestas a escucharte e intentar entender lo que les estas compartiendo y ver sus caras de emoción cuando conectas con ellas y ellos de alguna manera ¡Es increíble!

Es un acompañar al pueblo viviendo sus tradiciones en Semana Santa y, que te enseñen cómo hacen sus preparativos, ya sea que se preparen con el viacrucis o simplemente ayudarle en detalles, dependiendo de la comunidad a la que se vaya y como se organicen como comunidad, pero siempre quieren escuchar, desde un consejo o intentar realizar ideas diferentes.

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Muchas veces lo que ellos necesitan no es alguien que les diga cómo hacer las cosas, solo necesitan alguien con quien platicar sobre sus problemas o cosas que ellas/os sienten. Yo soy una fiel creyente de que todo se pone en nuestro camino por algo, entonces todas las personas que nos encontramos en el camino, tienen algo que enseñar o enseñarles, entonces es muy especial, darse cuenta que una conversación, con una señora del pueblo, es exactamente lo que necesitabas escuchar, y puede que ella te haya ayudado más a ti, que tú a ella.

Es un amor incondicional el de las niñas y los niños que, en cuanto llegan los y las misioneras, corren a abrazarte y a querer estar contigo todo el día sin siquiera conocerte. Conocer a los adolescentes e intentar encontrar algún tema para platicar todas/os junas/tos y que confíen en ti y quieran estar contigo y, por otro lado, las personas adultas, reparten amor igual que las/os niñas/os, son más dedicadas y de las personas que más se puede aprender.

Es una semana fuerte y cansada tanto física como emocionalmente, pero la experiencia y el recuerdo con el que regresas, vale totalmente todo el tiempo de preparación y lo vivido con esas personas, porque realmente no pierdes una semana de tus vacaciones, ganas una semana inolvidable. Son experiencias de vida que no puedes dejar de vivir.

Mathela Fernández
Exalumna

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