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Colomba, Guatemala

“GENTE CON UNA GRAN FE”

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“Compromiso con las personas
más pobres”

La Misión de Semana Santa en Colomba, Guatemala, la comencé a vivir en el Carmen y enseguida nos fuimos a San José, donde se reunía el Centro de Mujuliá para hacer la celebración del domingo de Ramos. Este centro tiene varias comunidades, así que la Iglesia estaba llena de fieles.

El Carmen es una aldea que está en la ladera de la montaña, tiene varios nacimientos de agua, la única calle que tiene es muy empinada y cerca de ahí, hay una cascada que ahora está menos nutrida porque la están entubando para llevarla a otros caseríos.

En esta comunidad me recibieron en la casa de Armando y posteriormente, con los otros Catequistas organizamos las actividades de la semana. Lunes y martes por la mañana trabajamos con niñas/os y jóvenes, por la tarde visitamos a personas enfermas e hicimos una celebración en San José Altamira. El miércoles realizamos un retiro para profundizar sobre el Triduo Pascual, en el cual participaron solamente 16 personas, ya que durante estos días la gente recibe la visita de sus familiares que han ido a trabajar a la capital y solo pueden venir en Semana Santa y Navidad.

El jueves santo por la mañana visitamos a las personas enfermas, entre ellas a Doña Lucia que está en coma desde hace un mes y no recibe nada de alimento, ni siquiera un poco de agua o atol. Yo pensaba que no resistiría más y que antes de terminar la semana ya habría descansado, pero todavía el 2° domingo de Pascua continuaba en coma… realmente la Vida es un Misterio.

Por la tarde, tuvimos la Celebración de la Ultima Cena en la que la comunidad adornó muy bonito la Iglesia, al estilo del altiplano con coroso, flores y frutas. El lavatorio de los pies lo realizamos con las personas voluntarias que estaban en la celebración, la mayoría mujeres y tres hombres. Al terminar la celebración hicimos la Adoración del Santísimo, lo organizamos por grupos y cada uno estuvo encargado durante 20 minutos, iniciando las/os niñas/os con su Catequista, las jóvenes también con su Catequista y después, las mujeres y yo reflexionamos sobre el mandamiento del Amor. Realmente que la gente tiene una gran fe y una gran capacidad de escucha… qué profundas sus reflexiones y su compromiso con las personas más pobres y sencillas. Por último, Armando acompañó a los hombres en su adoración, quienes la realizaron con un gran respeto, terminando a las 10:30 de la noche.

El viernes hicimos el Viacrucis en la calle del Carmen, el recorrido no es tan largo, pero sí muy cuesta arriba. Es en la celebración que participó más gente, aprox. unas 65 personas y por la tarde, en los oficios divinos también hubo buena asistencia.

La Vigilia Pascual fue muy bonita, comenzamos la bendición del Fuego Nuevo y del Cirio Pascual en la casa de Armando, cada persona colaboró con su leño para la fogata y allí iniciamos la procesión. Entre los Catequistas y yo coordinamos la celebración que resultó muy atractiva, reflexionamos sobre el Evangelio y el compartir fue muy enriquecedor. Terminamos la celebración compartiendo un chocolate y pan de la Semana Santa, la comunidad reconoció que es la primera ocasión que un hermana pasa esta semana con ellas/os así que, estuvimos muy contentas/os por la experiencia.

María Micaela Reynoso, MMB

“Una experiencia
de vida y compromiso”

Santa Anita la Unión y San Isidro son dos comunidades rurales con las que compartimos la Semana Santa. Después de vivir la Cuaresma aquí en el pueblo de Colomba Costa Cuca en Guatemala, pasamos a compartir con dichas comunidades, que tienen una experiencia de organización de muchos años, sobre todo Santa Anita la Unión desde los 80´s.

En un primer momento, al acompañar a la gente de estos lugares, tuvimos algunas reuniones para organizar y planificar la Misión. Para las personas de la comunidad de Sta. Anita estaba claro su objetivo, que era el motivar a la comunidad de San Isidro a vivir una Semana Santa compartida.

Comenzamos entonces, visitando casa por casa para invitarles a los oficios, si en el camino encontrábamos alguna persona enferma, hacíamos oración y nos quedábamos más tiempo con ella. Fueron dos días de visitas y conocimos a mucha gente.

Jueves, viernes y sábado fueron más intensos, llenos de remembranzas de experiencias vividas, dejándose iluminar por la Palabra de Dios, que les aclaraba muchas dudas, les fortalecía en la fe y el compromiso por su comunidad. El jueves santo por la mañana tuvimos un momento fuerte de oración y el tema de fondo fue: “La oración de Jesús en el Getsemaní” (Mt 26, 36-46).

Leandro, quien es Catequista de Santa Anita expresaba para el grupo: “Nuestro viaje a la pasión de Jesús en esta semana, comienza con esta reflexión de la oración del Getsemaní y vamos hacer el esfuerzo de profundizar. Estamos abandonados/as por el sistema actual, no tenemos medicinas, no tenemos trabajo, no tenemos oportunidades, etc.”

Se preguntaba al grupo ¿Qué nos impide velar y estar atentas/os… A lo que respondieron en un primer momento: “Este sistema social que nos enreda con sus noticias, sus anuncios y la dependencia que causa en nuestros hijos el uso de la tecnología como los celulares”; también reflexionaron la pregunta ¿Cómo puedo mantenerme despierta/o en las cosas del Señor? Y respondieron: “Asistiendo a las celebraciones de la Palabra de Dios, visitando a las personas enfermas, fortaleciendo el trabajo comunitario, cuidando nuestros espacios comunes, estando atentos/as a nuestras hijas e hijos”. El grupo cerró esta experiencia con un gracias a Jesucristo que dio su vida por nosotras/os y la decisión de seguir fortaleciéndonos en nuestra fe.

Los días santos por la tarde, se vivieron con mucho fervor y respeto, trabajando y participando en todos los compromisos y, asumiendo con responsabilidad todo lo que se planifico. Nos llamó poderosamente la atención que, durante las celebraciones del Triduo Pascual participó con gran devoción una ancianita que se llama Lucia. Ella ha sufrido derrame cerebral, pero se mantiene muy arropada y cuidada por su familia.

El Viacrucis lo realizamos entre las dos comunidades, en el cual caminamos como 2km por carretera y la ancianita, iba en su silla de ruedas empujada por su nuera y las mujeres de la comunidad, que espontáneamente se fueron turnando para ayudarle en el camino. Fue muy hermoso ver como se solidarizaban unas con otras y Doña Lucia, reflejaba en su cara una gran devoción y una alegría inmensa al poder “acompañar al Señor Jesús” como ella decía.

El sábado en la Vigilia Pascual cerramos con un gesto, quemando simbólicamente todo lo que no nos ha dado vida para sustituirlo con la maravillosa y sanadora luz de Cristo Resucitado. Prendimos nuestro cirio y con él, todas las velas que llevábamos, emprendiendo el camino procesional, muy conscientes y llenas/os de fervor por lo que estábamos asumiendo… “Dar la vida por la vida”.

Nila Torres, MMB y Lilliam Miranda, MMB