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Casa de Formación, Guatemala

“LA PRESENCIA REAL DE CRISTO”

La Comunidad Eclesial de Base de la Mateo Flores en Guatemala Capital, tiene una gran chispa para convocar y convocarse, tanto para fiestas ancestrales profanas como religiosas.

Así lo vemos desde las Posadas en Adviento, pasando por la Navidad y Reyes, entremedio la despedida y llegada del Año Nuevo. Luego vienen los Viacrucis de Cuaresma que culminan con la Pascua. Después la Vigilia de Pentecostés en la casa de las Hermanas, como casi todas las demás fiestas.

Y puesto que una buena mayoría son familia, más las amistades que nos sumamos del vecindario, están las bodas, los cumpleaños, las piñatas, la recepción de los sacramentos, graduaciones y toda la devoción en torno a las personas difuntas, que incluye, rosario de pésame, Eucaristía de funeral, peregrinación al cementerio, novenario, treinta días, cabo de año, más cada aniversario. También se dan otras celebraciones no estructuradas dentro del año litúrgico, como La Santa Cruz o Vera-Cruz, San José, San Antonio propias de la devoción popular de nuestro barrio.

Por si fuera poco, están también las actividades más de carácter político, como las convocadas por el COCODES para resolver problemas del vecindario, tales como el tráfico, el agua, las banquetas, la escuela, etc.

Y luego, están las fiestas mercedarias de las que ya se ha ido apropiando la comunidad, tales como La Beata Margarita, María de la Merced, el día de ingreso al Postulantado, al Noviciado y Primera Profesión de nuestras jóvenes.

No deja de ser menos importante la reunión semanal de la pequeña Comunidad Eclesial de Base, que va rotando casa por casa, con la metodología dinámica, participativa, creativa y comprometida que le caracteriza.

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Como en toda fiesta popular, se proclama la Palabra de Dios, la Palabra de la Realidad, se reflexiona, se ora, se pide, se agradece, nos abrazamos y continuamos celebrando con los tamalitos, chuchitos, paches, tostadas, ponche, café, atol de elote.

En este marco festivo llegó el jueves 4 de junio, señalado por el misal romano para la celebración del “Jueves de Corpus Christi”. La Mateo Flores se llenó de altares para recibir la procesión, se adornaron las calles de lado a lado con papelería blanco y amarillo, que son los colores de la bandera del Vaticano, se detuvo el tráfico, se quemó pólvora, incienso, cantos, música, flores. Y venía bajo el palio la custodia con el Cuerpo de Cristo, dignamente levantada por una mujer.

Cada casa a la que entraba la procesión, el sacerdote la bendecía y hacía una oración por sus habitantes y por toda la comunidad.

Hoy quiero ensanchar la fiesta de Corpus con toda la historia y caminar cotidiano de la CEB. Quiero sentir y contemplar en todas las sonrisas de la gente, en sus gozos y esperanzas, en sus abrazos, en sus cantos, en su compartir cómo se expresa la presencia real de Cristo.

Por eso me viene a la mente la cita de Teilhard. de Chardin incluida en “Misión en Dialogo”:


“Yo haré de la tierra entera mi altar,
y desde ahí te ofreceré
todos los trabajos y sufrimientos del mundo”.

Y es que nuestros documentos insertan esa cita en el contexto del diálogo con el Universo, invitándonos a comprometernos en ello:

“Y ese Cristo Cósmico, se encarna y plenifica cada día hecho pan y vino en la Eucaristía del gran altar del mundo. La Eucaristía es para nosotras, momento de un diálogo de vida con ese Cristo que llena el Universo. Y desde ese profundo momento de encuentro, queremos abrirnos cada día a ese diálogo concreto con las personas pobres, las culturas y las religiones, la tierra y el universo”.


Beatriz E. Becerra Vega, MMB