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Colomba, Guatemala

“LAS PEQUEÑAS COSAS HACEN LA DIFERENCIA”

En el tiempo de Adviento, del 5 al 7 de diciembre, tuvimos la oportunidad de tener una experiencia de Misión, el grupo estaba integrado por diez jóvenes de la parroquia de Colomba, una de la Capital de Guatemala, una de Guadalajara, México, y una MMB, en total éramos trece jóvenes. Tuvimos el gozo de compartir nuestras alegrías y esperanzas con las comunidades del Centro La Mina. Estuvimos en Magnolia Miramar, Santa Eulalia y Blanca Flor con el firme propósito de convivir con las familias de estos tres lugares.

Para ira a las comunidades, nos preparamos con un mes de anticipación y llevar organizado lo que realizaríamos como temas de reflexión sobre adviento, celebraciones de la palabra, también el visitar a enfermos, además de las actividades organizadas por las comunidades.

La estancia en cada lugar fue muy agradable, tenemos mucho que agradecerle a la comunidad por su acogida y cariño, por su alegría y felicidad. En ellas y ellos resonaron las palabras del Papa Francisco: “Puedo decir que los gozos más bellos y espontáneos son los de personas muy sencillas que tienen poco a que aferrarse”.

Esta experiencia nos ha llevado más allá de nuestros propios límites, nos ha permitido descubrir en lo pequeño nuestro ser más verdadero. Somos jóvenes que desean día a día encontrarse con Jesús y su alegría. Nuestro regalo de Adviento ha sido tener la oportunidad de vivir la Misión. Pensábamos que íbamos a dar y dimos todo, y regresamos con las manos llenas, el corazón agradecido y la esperanza puesta en lo que realmente es importante. “Las pequeñas cosas hacen la diferencia”, en lo sencillo se hace presente Dios-Emanuel que camina con el joven pueblo de Colomba.

Nora A. Gómez Mares, MMB

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“Semilla de café que seguirá
dando fruto”

Mi nombre es Ana María Pellat, exalumna del Instituto de la Vera-Cruz, Guadalajara, México. Fui de paso a Guatemala a conocer a su gente y su cultura. Las Hermanas Misioneras de Bérriz: Carmen, Betty, María José, Chela, Ileana, Betcy, Mayra y Gloria me recibieron en su casa de la capital y las hermanas de Colomba: Micaela, Liliam y Nora, me invitaron a pasar unos días para tener una experiencia de Misión.

La hermana Nora junto con el grupo de Juventud Misionera Mercedaria-JUMMER organizaron pasar tres días en comunidades a las afueras de Colomba, adentradas en las montañas, rodeadas de la madre naturaleza y en la que se convive con ella.

En total fuimos trece jóvenes y nos dividimos en grupos, cinco en la comunidad de Rio Negro, cuatro en Magnolia Miramar y cuatro en Santa Eulalia, ahí me quede junto con la hermana Nora. Ruth una muchacha comprometida con su fe que fue desde la capital a la Misión y Jocelyn del grupo de jóvenes que fue su primera Misión. Don Pedro y su esposa Doña Fidelia nos recibieron muy amablemente y nos regalaron de su techo. Conocimos a algunos vecinos que nos compartieron de su café y también de sus historias. Ellos tienen una fuente económica que les regala la naturaleza, el café. Cada año por noviembre y diciembre cortan los granos de café que ya están maduros y que los han ido cuidando desde principios del año; desde preparar la tierra, sembrar las semillas, abonarlas para que crezcan y den el café que después será cortado, despulpado, tostado y al final llevarlo a las fincas donde lo procesarán para su venta.

El viernes, día que llegamos, por la tarde se reunieron las tres comunidades en Rio Negro para festejar la Eucaristía y dar gracias por los terrenos que regresaban a manos de las personas que correspondía. Se reunieron personas mayores, niñas y niños, y al final en comunidad disfrutamos de tamalitos y café.

Ese mismo día por la noche nos reunimos en la capilla de la finca de Santa Eulalia para rezar el rosario a la Virgen de Concepción en su novena. Al día siguiente por la mañana Don Chepe un señor que es Laico de la comunidad nos guio con sus fuerzas a visitar la casa de Doña Juana una señora mayor que vive acompañada de su perro, viste de corte y unos hermosos y coloridos huipiles; no le falta en su vida la felicidad que contagia y la fe que la mantiene viva.

Esa tarde las y los niños representaron en pequeñas obras a San Juan Bautista y el anuncio del Ángel a María. Por la noche volvimos a reunirnos en la capilla para celebrar la novena y compartimos la palabra del Evangelio.

Termino la Misión, dejamos amigas y amigos pero nos trajimos historias que recordaremos y estoy segura que las personas que conocimos sembraron en nosotras/os una “semilla de café que seguirá dando fruto” cada año para que esas fuerzas y la alegría que comparten les regrese cada que vuelvan. Para mí fue un gusto conocer a los y las misioneras, gracias a ellas y ellos se fue a compartir y a aprender por su sencillez y su honestidad al sonreír.

Ana María Pellat
Ex alumna del Instituto de la Vera-Cruz,
Guadalajara, México

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“Juventud con
responsabilidad y compromiso”

El Adviento y Navidad son un tiempo para reconsiderar todo aquello que el año nos ha dejado. Son una oportunidad que nos permite tomar conciencia de quiénes somos y hacia donde queremos seguir caminando.

Como jóvenes tenemos muchos sueños, deseos, anhelos, queremos un mundo donde podamos vivir en paz y armonía, una sociedad que crea en la juventud y sus capacidades. Nos da tristeza escuchar de muchas personas adultas “los tiempos de ahora no son como antes, en mis tiempos las/los jóvenes respetaban, cuando yo era joven vivíamos en armonía, ahora las/los jóvenes sólo problemas son, etc.”. Frente a todo esto, en la experiencia que hemos tenido en las posadas tenían expresiones como estas: “los jóvenes se pusieron las pilas; allá van las/los jóvenes con su posada y que bien cantan; qué alegría nos da recibir a las/los jóvenes porque nos traen alegría; las y los jóvenes nos han ayudado mucho, gracias a Dios que los puso en nuestro camino…”.

Yo soy joven y al igual que muchas otras personas ejerzo mi juventud con responsabilidad y compromiso, porque la juventud sí es capaz de crear una realidad más humana y liberadora. Por este motivo, este año nos propusimos llevar la posada a aquellos hogares donde nadie se imaginaría que la podrían recibir, hogares donde los recursos son escasos, donde hay enfermedad, donde hay soledad y abandono, hogares en los que la mayoría de familiares son de otra iglesia y una escasa minoría es católica, hogares en los que viven personas sencillas y humildes, que desean con toda su esperanza que llegue la alegría del Evangelio a su casa.

En esta experiencia que comenzó como una plática entre amigas se nos ha venido revelando la presencia de Dios Encarnado, el Emanuel que camina con nosotras y nosotros, Él es el regalo de Dios para la humanidad, fruto de su amor que no excluye a nadie, por el contrario, cree en la juventud y acoge a cada persona para darle vida en abundancia.

Joven del grupo Misionero Mercedario, Colomba

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