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Casa de Formación, Guatemala

“UN CORAZÓN DISPUESTO A LA MISIÓN”

Como parte de la etapa de Noviciado en el corte de estudio de medio año, mi compañera Mayra y yo, hicimos una experiencia de Misión en la Libertad, Petén, departamento de Guatemala.

La experiencia fue ¡única! Duramos casi 10 horas para llegar al municipio de la Libertad, un viaje cansado pero disfrutamos muchísimo del paisaje de nuestra bella Guatemala.

Al llegar al lugar los padres Paulinos nos recibieron con mucho cariño y cercanía, al siguiente día partimos a nuestra primera comunidad de destino “Cooperativa Nuevo Amanecer” donde estuvimos disfrutando al máximo por 9 días. Esta comunidad está formada por personas retornadas de México donde se refugiaron durante el tiempo del conflicto armado, tienen 15 años de haber regresado y por lo tanto los/las niñas y abuelas/os son guatemaltecos. Muchos nacieron en México y no se dicen guatemaltecos sino mexicanos, es difícil ver la falta de identidad guatemalteca por todo el tiempo que estuvieron refugiados y con ello adoptaron muchas costumbres de allá.

En medio de ello la comunidad mantiene una fe admirable y deseable. Trabajamos pequeños talleres con mujeres, jóvenes, niñas/os y también con las y los coordinadores de las comisiones comunitarias. Visitamos algunas familias, parte fundamental para mí, pues fue justo en estos momentos donde experimente muy de cerca la realidad, las fuertes enfermedades, la pobreza, el dolor, el sufrimiento y una fe inmensa que me dejaba sin palabras, sintiendo fuertemente el misterio de Dios.

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Después de la experiencia en este lugar salimos hacia la comunidad de “La Bomba”, donde estuvimos 11 días. Es una comunidad grande pero con pocas personas católicas, tal vez unas 20 personas activas con un gran corazón. Esta comunidad está cerca de donde fue la masacre de la “finca los cocos” y nos contaron cómo vivieron esa experiencia tan fuerte. De igual manera trabajamos con mujeres, niñas/os y jóvenes quienes son el grupo mayoritario de la comunidad.

Tuvimos una gran sorpresa, ya que una señora evangélica nos abrió las puertas de su casa para poder quedarnos ahí los 11 días. Siendo una comunidad en la que prevalece esta religión, hay mucha rivalidad entre personas católicas y evangélicas. Esta señora nos enseñó que no hay barreras en cuanto a ser humanas/os, a ser solidarias/os y darnos sin prejuicios.

Hay mucho que decir de esta experiencia de Misión en Petén y lo resumo aprendiendo que, la Misión no es para pretender dar o enseñar, sino tener un corazón dispuesto a recibir, pues conocí más a Dios, la profundidad de la oración y el misterio de la fe de mi gente. Estoy muy agradecida con Dios por enseñarme a tocarlo, a verlo y sentirlo tan cercano y tan humano.

Betcy Chicoj Chet, Novicia MMB

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