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Instituto de la Vera-Cruz, Guadalajara, Jal. México

“UN SOLO OBJETIVO… JESÚS”

La cuenta regresiva para terminar nuestro último año de Preparatoria nos está alcanzando, y la verdad, estamos llenas de miedos pero también de ilusiones.

Entramos en una etapa en la que cada una es dueña de sus propias decisiones y del giro que le quiere dar a su vida. Siete de nosotras, dentro de una generación de más de 50 alumnas, decidimos darnos la oportunidad de responder a un llamado muy importante: pasar 5 meses como voluntarias con las hermanas Mercedarias.

Tres lugares distintos y un solo objetivo… “Que no se nos pase la vida sin hacer algo grande por Jesús”.

Una de nosotras cruzará continentes para llegar al otro extremo de nuestro país, ella se va a Filipinas a abrir los ojos a una realidad que nos es, literalmente, muy lejana. Uno de sus mayores retos es el idioma, ya que allá tienen su propio dialecto, sin embargo, las ganas de ayudar y la fuerza del llamado es mayor que cualquier miedo.

Otras dos cruzarán la frontera del sur del país para llegar al famoso “país del café”, el país de Guatemala. Entusiasmadas por ayudar en acciones concretas como el apoyo a las MMB en acciones evangelizadoras y además compartir un poco sobre su cultura, recolectando en cafetales junto con las familias nativas, por ejemplo.

Las otras cuatro, en relevos de dos y dos, nos quedaremos a apoyar las necesidades de lo mero nuestro, de nuestro país; nos vamos al sur, nos vamos a Chiapas, donde nos podremos dar cuenta de que parece que cada Estado es un México diferente y podremos compartir la vivencia de la fe desde la experiencia con nuestras hermanas y hermanos.

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Para poder cumplir con nuestra Misión y llegar tan preparadas como quisiéramos, la Hna. Licha Obregón destina sus tardes de los miércoles para asesorarnos con temas y cuestiones a profundizar como: ¿Qué es la fe? ¿Quién fue Jesús? ¿Cuál es el Carisma Mercedario? ¿Cuál es la historia completa de la Madre Margarita?

Mediante estas interrogantes y la exploración a las respuestas, nos damos cuenta de que tenemos ejemplos de sobra de cómo ser mujeres liberadoras por y para las demás personas, de cómo el Carisma Mercedario que ha crecido dentro de nosotras en todos estos años, nos llevará a vivir una experiencia de voluntariado muy gratificante, y de cómo el espíritu de la Madre Margarita nos llena de impulsos de cambio, de libertad, y de aspirar siempre a un mundo mejor, teniendo siempre como protectora a María de la Merced.

Como dice la Madre Margarita… “Y ya que es tan poco lo que puedo hacer, que ese poco lo haga grande el amor”. Queremos vivir una experiencia llena de amor, de fe, de crecimiento y aprendizaje, y sabemos que para esto, tenemos que trabajar.

Ana Sofía Güémez
Alumna de 3ro de Preparatoria