“MANIFESTACIÓN POR EL CUIDADO DE LA CREACIÓN”

Esta es mi primera participación en una manifestación y más aún por una causa muy importante: el Derecho de la Tierra a ser respetada, cuidada, administrada y amada.

He sabido por noticias y comentarios las necesidades de nuestros pueblos campesinos indígenas en Guatemala; pero no se habla de la increíble lucha que hacen por hacer respetar la Tierra y la naturaleza, su lucha por la no explotación, en fin, toda esa lucha que día a día se ignora por muchas personas y quizá por mí misma, debo admitirlo.

En esta ocasión los hermanos Franciscanos (ofm) invitaron y congregaron a toda clase de religiones y sectores de la sociedad civil para defender los Derechos de la Creación. El único mundo en donde podemos vivir y el mundo que se le ha dado como hogar a la humanidad entera.

Fui invitada por las hermanas Mercedarias Misioneras de Bérriz y, aproveché la oportunidad para conocer la realidad de tantos pueblos. Es asombroso como hay muchas personas que sienten empatía por el sufrimiento de la Tierra; en varias comunidades los ríos son pantanos, bosques exterminados por la inconsciencia y la ambición de unos pocos, la contaminación de basura y gasolina de las ciudades.

¿Qué podemos hacer por esta Tierra? O ¿Qué puedo hacer yo por esta tierra? Empezar desde mi cotidianidad a no tirar basura, evitar usar bolsas plásticas por cualquier cosa que se compre, sembrar árboles o plantas, conservar el medio ambiente, reutilizar el plástico, la lata o metal, el vidrio, las cáscaras de las frutas o verduras como abono natural, no desperdiciar el agua por cualquier motivo. Como vemos existen muchas maneras para evitar desperdiciar o aprovecharlo todo.

img-colegio_01
img-colegio_01

img-colegio_01

Me siento comprometida con el lugar donde vivo, ese espacio del cual soy responsable porque habla de mí y de quién soy. Me quedé admirada del compromiso de todas esas personas que se sienten llamadas a defender la Tierra; sin embargo, es preocupante que nuestras autoridades guatemaltecas se reduzcan a legislar leyes a favor de la Tierra, pero no se cumple.

Trato de educar y concientizar a quiénes están a mi lado, les invito a corregir su forma de vivir, sus hábitos y, al final lo más importante es caer en la cuenta de qué se hace o qué dejamos de hacer por el derecho de la creación.

¿Cuánto tendrá que suceder para darnos cuenta de que la Tierra –nuestro hogar- o la creación o el medio ambiente, grita ¡Auxilio, auxilio! para darnos cuenta que se estremece de dolor por lo que le causamos sin conciencia alguna?

Quizá nuestro primer paso es despertar a la conciencia y ubicarnos en la realidad que nos rodea.

¡Solo puedo dar Gracias al Dios de la Vida por esta oportunidad de aprendizaje de vida, para mi vida y promover más vida y vida en abundancia!

María Eugenia López H.

img-colegio_01
img-colegio_01

“LO QUE ES VIVIR CONTIGO, JESÚS”

Los encuentros vividos con las personas que hacen camino con nosotras Mercedarias Misioneras de Bérriz, hacen resonar aquella llamada que Jesús nos hace cuando deseamos y decidimos seguirle y conocerle: “Señor, dónde vives… vengan y lo verán” Jn 1,39.

Esta es mi experiencia vivida durante mes y medio en Colomba Costa Cuca, Quetzaltenango, en compañía de mis hermanas Micaela, Nila y Liliam. Ha sido una gran oportunidad y un gran regalo en el que la invitación diaria de Jesús fue: ven para que sigas apreciando lo que es vivir conmigo. Su presencia y su esencia se me fueron manifestando en la cotidianidad de la vida y de la fe de las personas y comunidades.

La primera fue, el hecho de apoyar en la clínica Santa María de la Merced que las hermanas y el personal lleva con tanta entrega, amor y responsabilidad para que las personas de las comunidades campesinas puedan tener la posibilidad de atender su salud a un costo cómodo a sus bolsillos. En la clínica se cuenta con exámenes de laboratorio, atención médica y atención natural. En la atención natural fue en donde más apoye. Fui sorprendiéndome y aprendiendo mucho sobre la riqueza de las plantas medicinales que nos ofrece nuestra madre naturaleza para nuestra propia salud y, también, cómo nuestra energía corporal, espiritual y mental pueden ir obteniendo gran conexión para hacer un proceso de recuperación satisfactorio. Es admirable el trabajo que hacen Doña Laura y Doña Elsa para atender cuidadosamente a las personas que, incluso, han llegado casi moribundas y ellas los han levantado a base de plantas medicinales, una dieta saludable y una buena disciplina en los tratamientos. ¡Gracias por esos grandes aprendizajes!

Otro modo en el que Jesús me dijo: “Aquí estoy”, fue la experiencia vivida con Macaria, una mujer maya que a sus 46 años, con sus grandes esfuerzos y deseos de aprender, está estudiando su 5to. Bachillerato en el programa IGER (Instituto Guatemalteco de Educación Radial). Le estuve apoyando en reforzar algunas clases en las que se le presentaba dificultad. Ella tiene distintos trabajos, apoya a su comunidad y atiende los trabajos del campo que tienen con su familia. En medio del cansancio, de todo lo que tiene por hacer, no deja de mostrar su gran interés por sus estudios, ya que venía fielmente a la comunidad los días acordados para su reforzamiento. El aprendizaje fue mutuo porque en el compartir de su vida, me enseñó cómo cada pueblo vive la espiritualidad maya con tanta consciencia, respeto y conexión con todo lo que les rodea. Macaria, una mujer sencilla, con una vida llena de experiencias duras, alegres, y con un compromiso ante su querer dar y aprender.

Tuve la oportunidad también, de vivir una semana con una familia en una de las comunidades de Colomba, Santa Eulalia. No me quedó la menor duda de la vida dura que se vive en el campo pero también del ambiente saludable que se puede respirar en las montañas. Realmente fue vivir con ellos, comer-cocinar con ellos, trabajar con ellos, caminar con ellos, cansarme con ellos y sudar con ellos las largas horas para llegar al trabajo y luego regresar a casa. Estas familias cultivan el café, un trabajo que lleva un largo y trabajoso proceso; y de no ser por esta experiencia, no sabría cuánto valor, entrega, esfuerzo, cansancio, dolor, mojadas por las lluvias y amor hay dentro de una taza de café. Además de un salario avaro e injusto que les pagan por su día de trabajo especialmente a las mujeres. Esta es una realidad que poco se conoce por quienes vivimos en la ciudad.

img-colegio_01

img-colegio_01

Quedé sobrecogida con esta experiencia, además, porque ellos, en la comunidad se comparten solidariamente de lo que cosechan: bananos, plátanos, güisquiles, yuca, malanga, hierba mora, maíz, etc. y es así como van viviendo o sobreviviendo diariamente. Por otro lado, sin lugar a duda, esta su compromiso como personas cristianas. Por las tardes-noches se reúnen para compartir la fe, a visitar a quienes se están alejando de la Iglesia y a visitar a las personas enfermas, todo esto con una Celebración de la Palabra y/o una oración especial. Un trabajo admirable en la que solo se puede sentí y pensar: “Jesús está entre nosotras/os, él vive hoy, y su espíritu a todas/os da”. Así es, presencias y experiencias significativas llenas de sentido y llenas de fe que retroalimentan el propio espíritu misionero.

El encuentro con el grupo de JUMMER (Juventud Misionera Mercedaria) sigue siendo motivo para observar cómo la creatividad de la vida y de la fe van interconectados. Que, en lo sencillo, en los esfuerzos, en su manera de organizarse, de reflexionar, de animarse y de hacer grupo les orienta su propia vida.

Finalmente, la convivencia comunitaria con mis hermanas Micaela, Nila y Liliam. Agradezco su apoyo, su manera de acompañarme y orientarme, su paciencia y las invitaciones diversas, así como el organizar las actividades para que mi experiencia fuera realmente un regalo de Dios, un encuentro con Jesús y su proyecto en la cotidianidad de la vida. Gracias, por su alegría, su entrega, su cercanía y su compromiso del cual aprendo y valoro mucho… ¡Gracias!

Es así como Dios-Vida me va preparando, recreando y reencantándome en la vida misionera… que ir y caminar con Jesús es desde las realidades concretas, para no decir que solo hemos visto, sino que también, decir que hemos visto, sentido, respirado, tocado y vivido.

Ana Noemi Chocón, MMB

img-colegio_01
img-colegio_01

“UN NUEVO COMPROMISO”

Como ya compartí en la Semana Santa, Jeremías un joven del Chuvá, me acompañó a la Misión de Soledad Grande, ahí hizo un buen trabajo con las y los niños, les explico lo que celebramos los cristianos en la Semana Santa, les hizo dinámicas, juegos y dibujos, para que se quedara mejor grabado el mensaje en sus corazones, ellos le llamaban con cariño “Don Jeremías”. Quisimos que trabajara con jóvenes, pero no asistió ninguno, aunque les invitamos, estaban más interesados en los partidos de futbol.

Soledad Grande es una finca no muy lejana, pero de difícil acceso, porque no cuenta con vehículos que circulen directo, para salir de esa finca, hay que caminar 50 minutos en el cafetal para llegar a Comunidad Agraria Santo Domingo, y ahí tomar la picop para Colomba.

Aprovechando que la hermana Rebeca vino a Nuestra Comunidad de Colomba, el sábado 27 de mayo fuimos de visita a Soledad Grande toda la comunidad MMB… Nila, Lilliam, María Micaela y Ana Noemi que ahora está haciendo una experiencia misionera con nosotras.

Avisamos con tiempo, a la comunidad de Soledad que queríamos visitarles porque hay que pedir permiso para que dejen entrar el vehículo y a las personas. Pedimos al profesor Juan José que nos llevara, como llovía muchísimo y hay muchos agujeros en la carretera, de regreso nos metimos a un agujero que estropeo la camioneta y nos quedamos en el camino, así que tuvieron que venir a nuestro rescate.

img-colegio_01

img-colegio_01
img-colegio_01

La comunidad nos recibió con mucho cariño y agradecimiento, porque no nos olvidamos de ellos. Soledad es una comunidad pequeña que no tiene catequista, hemos logrado que dos de ellos se comprometan a formarse para acompañar a la comunidad, ya comenzaron su formación el mes pasado. Como MMB, nos hemos propuesto seguir acompañando a estos hermanos y hermanas nuestras.

Nos pidieron que hiciéramos una celebración comunitaria, Nila la dirigió y entre Rebeca y yo hicimos la reflexión, llevamos el Santísimo Sacramento y creo que la comunidad se sintió reconfortada en su fe. Invitamos a las señoras que quisieran, a participar en la Pastoral de la Mujer para que los nuevos catequistas también se sientan apoyados.

Al terminar la celebración nos tenían una sorpresa, se habían cooperado para ofrecernos unos chuchitos (tamalitos) y un fresco, que agradecimos y disfrutamos mucho. Así que hemos adquirido un nuevo compromiso.

María Micaela Reynoso, MMB

img-colegio_01