“PODEMOS TRANSFORMAR EL MUNDO”

“Haciendo cosas pequeñas, en lugares pequeños podemos transformar el mundo”

Este año tuve la suerte de volver a estar presente en el UNDOKAY de nuestro Colegio de Guadalajara el Instituto de la Vera-Cruz. Así, comparto desde mi vivencia personal.

El participar en este evento me recuerda aquellos UNDOKAY o kermesse, que cuando yo era joven iniciaba con las tablas gimnásticas de la Mis Bell, en el lindo patio central del Colegio, con todo el alumnado pendiente de sus indicaciones para que cada número saliera lo más perfecto posible.

Han paso ya varias décadas de aquellos primeros eventos y el espíritu no ha decrecido sino al contrario. El sábado previo a la kermesse, es admirable ver encabezada por las Mesas Directivas de los distintos niveles, a toda la Comunidad Educativa trabajar arduamente para dejar todos los puestos preparados: tómbola, un sinfín de espacios para diversas comidas, juegos, discoteca que es el punto más atractivo para las y los jóvenes. En el área del Kínder se instalaba lo llamado “ciudad de los niños” con todo preparado para su edad, un hermoso restaurante, supermercado, juegos, un jardín ecológico y hasta discoteca.

Al atardecer se tuvo la ya tradicional Eucaristía en la que lógicamente estuvo presente de manera especial Haití. En la ofrenda cada asistente ofreció una bolsita con arena, símbolo de ese granito que queríamos aportar a la reconstrucción de esa Diócesis.

Una gigantesca carpa en el patio de primaria da acogida al lugar donde todas las familias disfrutaran en un ambiente sano, de alegría y unidad, de poder comer y convivir un largo rato.

Eran las 12 del domingo, cuando la Directora del Colegio Ma. Del Pilar Ríos declaraba la apertura de esta tradicional actividad y que concluyó hacia las 10 de la noche.

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En esta ocasión los beneficios del UNDOKAY serán para una diócesis de Haití, cuyo Obispo un Jesuita compartía que casi el 70% de su Diócesis estaba prácticamente en el suelo: Iglesias, escuelas, dispensarios y cientos y cientos de casas todo ello debido al terrible huracán que no después de mucho tiempo del terremoto ha azotado nuevamente esa isla. Él manifestaba su admiración de que personas de México se hicieran presentes con su ayuda solidaria.

Durante todo el día se respiro un aire de alegría, colaboración, entusiasmo y solidaridad, para que todo saliera lo mejor posible y así fue, a fin de llevar a buen término esta actividad a favor de nuestras hermanas y hermanos haitianas/os que tanto han sufrido.

Es de agradecer el espíritu misionero y de solidaridad con que toda la Comunidad Educativa fue poniendo su granito de arena para este apoyo a Haití, concluyendo esto, hasta el lunes en que por varias horas se colaboró para recoger todo y dejar limpio toda aquella grande extensión de los campos de Primaria y Kínder.

Rebeca Cervantes Martín, MMB
Coordinadora del Área de México-Centroamérica

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“VIVIR LA EXPERIENCIA DE GRUMMER”

Hablar de GRUMMER- Grupo Misionero Mercedario en el Instituto de la Vera-Cruz, nos remonta a más de treinta años de vivencias con grupos de adolescentes de Secundaria que, desde la vivencia del Carisma Mercedario y Misionero, quieren iniciar un contacto con una realidad de personas excluidas y desprotegidas de la sociedad.

Al volver al colegio en el 2013 quise retomar esta experiencia y, buscamos la forma de hacerlo en Primaria y Secundaria, involucrando a alumnas de Preparatoria, que desde su servicio social acompañaban a las alumnas de Primaria. En Secundaria, continuaban con su experiencia habitual; diversas razones nos llevaron a dejar la experiencia de Primaria y buscar reforzar de manera nueva la de Secundaria.

Muchas cosas han pasado en estos cuatro años, hemos tenido logros y desaciertos, buscado caminos nuevos, tratando de abonar a esta experiencia desde una nueva realidad de la actual juventud. Me di cuenta que las muchachas y niñas han cambiado su forma de ver la vida y el compromiso es diferente, pero creo que, en medio de todo, encontramos la forma de seguir manteniendo esta experiencia.

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Hoy un grupo de 30 jóvenes asisten a dos centros de niñas/os simplemente con el fin de compartir una hora y media con ellas y ellos que quienes están abandonadas/os, huérfanas/os y hay quienes son hijas/os de madres solteras. Las actividades que comparte son en su mayoría lúdicas, pasar y hacer pasar una tarde alegre a las niñas y los niños que carecen de amor y muchas otras seguridades.

Muchas de las alumnas que llevan 3 años seguidos realizando esta actividad social y misionera y, otros más años, ya que en Primaria estuvieron los tres años y ahora llevan cuatro o cinco años de presencia ininterrumpida. Esta experiencia esponja el espíritu y nos anima a seguir esforzándonos para que ellas sigan viviendo esa experiencia que las lleva a encontrar a Jesús en el rostro de una niña o niño abandonado o con carencias grandes.

No dejo de dar gracias al Dios de Jesús por ser testigo del trabajo desinteresado de las voluntarias que acompañan y reflexionan con las niñas cada viernes que van a vivir su experiencia de GRUMMER.

Alicia Obregón Torres, MMB

“TOD@S POR HAITÍ”

El pasado domingo 12 de febrero se llevó a cabo la kermesse del colegio en nuestro Instituto de la Vera-Cruz, kermesse mejor conocida como “UNDOKAY”, en la que como cada año tenía un propósito. Este año fue para ayudar a nuestras hermanas y hermanos de Haití, quienes últimamente la han pasado muy mal y, qué mejor manera de apoyar, que como muy bien sabemos en el colegio, toda la Familia Mercedaria unida.

Este día es un día muy especial para toda la Comunidad Educativa, es un evento que se prepara con anticipación y con un trabajo solidario de parte de las alumnas, maestras/os, personal, madres y padres de familia, quienes organizan los diferentes puestos, la recolección de cascarones, los regalos para la tómbola, entre otras actividades que se llevan a cabo anticipadamente.

Admiro mucho, por ejemplo, la organización de la tómbola, cómo es que desde dos o tres días antes las mamás y algunas maestras empiezan a envolver regalos, numerarlos, acomodarlos, o también, el personal de intendencia acomoda los toldos para los puestos, las mesas, hacen limpieza. Es un trabajo de un gran grupo de personas, que lo podemos reducir a la palabra “solidaridad”, porque todo lo que se hace para el UNDOKAY, son acciones que salen de las entrañas de todas aquellas personas que participamos, es poner nuestro “Granito de arena para formar montañas”.

El día del UNDOKAY, todo el trabajo y dedicación se ven reflejados en la excelente organización, el que todas y todos podamos disfrutar de una rica comida, de divertidos juegos, de la tómbola, de la disco. No es más que el fruto del esfuerzo y de las ganas de ayudar a un país que nos necesita, un país que es el más pobre de nuestro continente azotado por desastres naturales.

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Es un día familiar en el que está de más el grado de estudios del que participes, si eres alumna, maestra/o, mamá, papá, o eres parte del personal, ese día eres parte de la Familia Mercedaria y todas/os estamos ahí con un mismo fin. Como exalumna me llena el corazón darme cuenta de las grandes acciones que se pueden lograr si se unen fuerzas, definitivamente el UNDOKAY es de las acciones más valiosas del colegio, porque es un evento en el que convives, te diviertes y a la ves ayudas.

Con el grupo de exalumnas estuvimos atendiendo el puesto de “guzguerias”, que tiene la tradición de ser coordinado y atendido por exalumnas del colegio. Ahí nos vimos compañeras de diferentes generaciones que con ánimo y sonrisas atendíamos a niñas/os, mamás y papás que se acercaban a comprar dulces, fruta rayada, papitas y diversas golosinas.

Nuestro esfuerzo contribuyó para formar con nuestro granito de arena la posibilidad de que hermanas y hermanos nuestros de Haití, puedan tener una vivienda. Ha sido una experiencia cálida llena de solidaridad y entrega… “Mucha gente pequeña en muchos lugares pequeños, puede transformar el mundo”.

Dani Molina, Exalumna
y Alicia Obregón, MMB

“EXPERIENCIA MISIONERA POR VIVIR”

Las misiones es el momento en el que decides compartir de una manera diferente una semana, sin celulares, sin las cosas superficiales que se encuentran en las ciudades y te dedicas a Jesús.

Desde la preparación para irnos de misiones es el comienzo de una aventura, una experiencia con personas nuevas que se convierten en tu familia en tan poco tiempo, con las cuales, abres tu corazón y se viven como equipo experiencias de todo tipo, pueden ser desde las más increíbles, hasta las menos agradables. El pueblo al que vas, se vuelve tu casa, es un lugar lleno de amor, desafíos, experiencias y, te cambia la vida de una manera completamente diferente si estás dispuesta/o a abrir tu corazón a las personas que están ahí y a todo lo que tienen por enseñarte y compartir.

Las primeras veces que vas ¡Te da miedo todo! El saber que vas a renunciar a la comunicación con todo el mundo y a los lujos básicos de la vida, como bañarse y dormir en una cama, porque, nadie disfruta pensar que no te vas a bañar una semana o dormir en el piso con algunos animales, el saber que tienes que dar pláticas sobre temas específicos que a lo mejor no tienes mucha idea, encontrar la manera para que lo entiendan las/os niñas/os, jóvenes y personas adultas y… pensar cómo puede ser la mejor manera para que lo entiendan y puedan ponerlo en práctica, el pensar que vas a ser “maestra/o” aunque sea tres días… pues sí da miedo. Pero conforme vas conociendo el contexto de la experiencia y lo que significa renunciar a estas cosas básicas, se vuelve emocionante y será como un respiro de la ciudad, de las vidas ajetreadas que llevamos, en las que nadie tiene tiempo para sentarse a platicar en las mañanas o ver el amanecer o, simplemente disfrutar una buena taza de café, porque no hay tiempo para disfrutar esas simplicidades de la vida; saber que las personas siempre están dispuestas a escucharte e intentar entender lo que les estas compartiendo y ver sus caras de emoción cuando conectas con ellas y ellos de alguna manera ¡Es increíble!

Es un acompañar al pueblo viviendo sus tradiciones en Semana Santa y, que te enseñen cómo hacen sus preparativos, ya sea que se preparen con el viacrucis o simplemente ayudarle en detalles, dependiendo de la comunidad a la que se vaya y como se organicen como comunidad, pero siempre quieren escuchar, desde un consejo o intentar realizar ideas diferentes.

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Muchas veces lo que ellos necesitan no es alguien que les diga cómo hacer las cosas, solo necesitan alguien con quien platicar sobre sus problemas o cosas que ellas/os sienten. Yo soy una fiel creyente de que todo se pone en nuestro camino por algo, entonces todas las personas que nos encontramos en el camino, tienen algo que enseñar o enseñarles, entonces es muy especial, darse cuenta que una conversación, con una señora del pueblo, es exactamente lo que necesitabas escuchar, y puede que ella te haya ayudado más a ti, que tú a ella.

Es un amor incondicional el de las niñas y los niños que, en cuanto llegan los y las misioneras, corren a abrazarte y a querer estar contigo todo el día sin siquiera conocerte. Conocer a los adolescentes e intentar encontrar algún tema para platicar todas/os junas/tos y que confíen en ti y quieran estar contigo y, por otro lado, las personas adultas, reparten amor igual que las/os niñas/os, son más dedicadas y de las personas que más se puede aprender.

Es una semana fuerte y cansada tanto física como emocionalmente, pero la experiencia y el recuerdo con el que regresas, vale totalmente todo el tiempo de preparación y lo vivido con esas personas, porque realmente no pierdes una semana de tus vacaciones, ganas una semana inolvidable. Son experiencias de vida que no puedes dejar de vivir.

Mathela Fernández
Exalumna

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