NOTICIAS

El Viejo, Nicaragua

“CÍRCULO DE ESTUDIO”

Queremos compartir una bonita y rica experiencia, que surgió de la necesidad de ponernos a estudiar para formar un grupo de apoyo a mujeres que sufren y/o han sufrido violencia. Después de muchas horas de conversación para aclararnos por dónde y desde dónde queríamos brindar apoyo a mujeres cercanas a nuestro entorno, vimos que era muy importante informarnos sobre un tema que es clave en cualquier relación sana: los límites.

De entrada el tema resultó un poco amenazante, ya que en éste contexto, aquí en El Viejo, Nicaragua, tiene una connotación negativa y se reduce a prohibición. Volvimos a dialogarlo y vimos que era necesario estudiarlo de manera más formal y sistemática, así que elegimos un libro: “Donde tú terminas, yo empiezo… Límites” de Anne Katherine. Ampliamos el círculo e invitamos a personas que de alguna forma acompañan y/o coordinan algún proyecto. La comunidad MMB entera nos implicamos.

Decidimos copiar el libro ya que era prácticamente imposible encontrarlo en nuestro entorno siendo la primera edición en español se publicó en 2005 y lo más probable es que esté agotado, así que para no darle largas al asunto y no postergar el reto, lo hicimos.

Regularmente participamos entre 7 y 8 personas, con un único varón en el grupo, de quien nos ha resultado muy interesante su visión y experiencia como hombre acerca del tema. La metodología es tipo seminario, donde todas/os leemos el capítulo correspondiente, hacemos el ejercicio que viene sugerido y en la reunión compartimos contenidos y experiencias. Una psicóloga del grupo es la que de ordinario modera las sesiones.

La primera reunión resultó un poco tensa, ya que el libro inicia en el primer capítulo narrando casos de personas que no tuvieron contacto físico con sus padres al inicio de sus vidas, unas vivieron abuso emocional y sexual, otras tuvieron intromisiones que violentaron sus límites, etc. Por ser la primera vez, resultó un poco embarazoso y hubo poca participación a fondo. Con todo, se valoró positivamente ya que abría el horizonte en cuanto al tema: los límites no eran solo prohibición, sino que son esenciales para tener relaciones interpersonales sanas y una verdadera intimidad. Vimos que los principales límites son los físicos y emocionales, pero que también existen otros como los espirituales, sexuales, relacionales, etc. También descubrimos que tener claridad en los límites nos protege, brinda seguridad y trae orden a nuestras vidas y que finalmente, los límites tienen que ver con todo.

A nosotras MMB, nos ayudó mucho entender que los límites, hasta cierto punto, están influidos por los valores de la cultura en que se vive, por lo que al interactuar con otras culturas, es importante percibir estas diferencias y recordar que cada parte puede cruzar una frontera sin ser consciente de ello, no por malicia, sino por ignorancia.

Ha sido muy revelador comprender que cuando crecemos en una familia disfuncional, aprender a utilizar los límites es uno de los papeles más incómodos a los que nos enfrentamos, ya que amenaza lo que hemos aprendido anteriormente sobre la supervivencia y, en ese sentido, va contra nuestros principios, pero con el tiempo, los papeles cambian. Llegamos a vernos diferenciadas/os de las demás personas y si nuestros límites están intactos, percibimos una sensación de bienestar.

Otro dato interesante y muy revelador para nosotras/os, han sido los tipos de límites que hay (cercanos, lejanos, rígidos, flexibles, permeables o impermeables) y el impacto que éstos han dejado en nuestra vida, ya que éste punto es clave para el asunto de la dependencia (codependencia) e independencia que generalmente conlleva el maltrato y la violencia doméstica.

Nos damos cuenta que cada capítulo va teniendo conexión con nuestras biografías y eso nos posibilita para ver por dónde seguir trabajando, sanando, y reconciliándonos con nuestra propia historia.

A continuación compartimos algunos comentarios muy ilustrativos de lo que está suponiendo en cada una/o de quienes conformamos éste círculo de estudio:

“Fue un capitulo fuerte, reconocer todo lo que he venido sanando a lo largo de mi historia y tener consciencia de recuperar quien soy yo cuando me encuentro en un conflicto que supone decisiones. Reconocer que el trabajo de acompañamiento ayuda a tener presente el proceso inacabado de reencontrarnos y ver qué hay que sanar para poder acompañar a otras personas”.

“Al entrar en mí y asumir mi responsabilidad personal, empiezo a demandar menos a las/os de fuera. Me doy cuenta que si una no se trabaja, se ahoga y ahoga a otras personas”.

“Esconder tus verdaderos sentimientos no es un mecanismo de defensa que favorece, porque los costos son altos. El negar los sentimientos es negarse a una misma. Un mecanismo de defensa es una defensa infantil… en el proceso se madura y se dejan esos mecanismos de negar y se adquieren otras formas más maduras y sanas de reaccionar ante un evento”.

“El elemento de nuestras creencias espirituales muchas veces determina el cuido de nuestras emociones: “Con Dios todo lo puedo”. Hay experiencias muy bonitas de confianza y sanación desde la espiritualidad, pero al final es necesaria la colaboración de otras personas para ayudarnos en nuestros procesos de sanación, tanto cuanto ayude realmente a encontrarnos con nuestra verdad. Así como Dios ayuda, a veces ponemos en boca de Dios lo que no es de Dios para no enfrentar a fondo situaciones en las que tal vez, no tenemos culpa, pero que han marcado mi vida”.

“En éstos contextos hay una capacidad de olvidarse de una misma y entramos en situaciones que son un infierno. Esto aunado a la necesidad de cariño, lo podemos relacionar con los femicidios, porque las mujeres no conocen sus límites ni físicos ni emocionales. Al no conocerse a sí mismas, las mujeres viven un servilismo. Esto afecta la construcción social y educativa”.

Seguimos en estudio y cada vez nos encontramos más en confianza para compartir y con muchas luces para adueñarnos de nuestro proceso personal y social.

Comunidad El Viejo, MMB