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Casa de Acogida, México, D.F.

“COMPARTIENDO SOBRE LA VISITA DEL PAPA EN MÉXICO”

Su llegada era algo muy esperado con mucha ilusión, gigantes preparativos y operativos de seguridad. La Agenda del Papa Francisco del 12 al 17 de febrero fue intensa y a pesar de su edad la llevó con bastante garbo de principio a fin, aunque a la hora de su partida si ya se le veía cansado. Lógicamente hubo “actos protocolarios” de bienvenidas, despedidas que bien supieron aprovechar los políticos “para tomarse la foto”… y con contradicciones en un estado laico. Y lógicamente manejando algunas realidades que a ellos convenían. A continuación fue a la Catedral donde habló a los Obispos 40 largos minutos con mucha fuerza y grandes cuestionamientos, invitándoles a decirse las cosas a la cara como hombres, sin perder tiempo en habladuría e intrigas en los vanos proyectos de carrera, diciéndoles que no se necesitan príncipes sino una comunidad de testigos del Señor, les invita a conservar la comunión y unidad.

La presencia fue en lugares “significativos”: lógicamente en México, D.F., ya que él quería ir a la Villa de Guadalupe y orar, cosa que hizo en el camerín de la Virgen el sólo y durante 20 minutos. En Chiapas punto significativo fue su presencia en San Cristóbal las Casas, por ser una zona muy pobre y con alto porcentaje de personas indígenas mismas que han sido incomprendidas y excluidas de la sociedad, y despojadas de sus tierras, reivindicó el universo indígena e invitó a pedir perdón a los pueblos indígenas. Exclamó: “¡que tristeza! Qué bien nos haría hacer un examen de conciencia y aprender a decir perdón hermanos… el mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, les necesita a ustedes”. Le entregaron la traducción de la Biblia en tres lenguas: Tzotzil, Tzeltal, Chol trabajo de muchas décadas y de manera especial hizo alusión al Popol Wuh, libro sagrado del pueblo maya. Aquí por primera vez los poderosos y pudientes no tuvieron lugares de privilegio para ver al Papa y comió con 8 indígenas. Visitó y oró ante la tumba de Tatic Samuel Ruíz, quien realizó una integración a nivel eclesial de las personas indígenas. A pesar de las presiones del gobierno para que el Papa no hiciera esta presencia, sí fue, colocó un arreglo floral y oró unos minutos. El sólo hecho de haberlo realizado tiene repercusiones trascendentes, desde lo político y religioso ya que don Samuel fue difamado por políticos así como por la jerarquía católica que le hicieron sufrir muchísimo.

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Por la tarde, en Tuxtla Gutiérrez, capital del Estado de Chiapas se reunió con las “Familias” escuchando a un joven con capacidades diferentes, una pareja de divorciados y una madre soltera. Fue a Michoacán un estado golpeado altamente por la violencia. Ahí se encontró con la Vida Consagrada y el Clero, más tarde con la Juventud. En la Eucaristía usó el cáliz y el báculo de Tata Vasco de Quiroga, misionero defensor de los indígenas, primero obispo de Michoacán. .

El último día estuvo en Ciudad Juárez, ciudad catalogada, hace no muchos años, como la ciudad más peligrosa del mundo, pero que ha emergido bastante de esa situación algo que pareciera impensable. Visitó una cárcel donde una mujer hablo con profundidad y emoción sobre su situación y después celebró una Misa Binacional en presencia de más de 300,000 personas. El altar estaba situado a unos 80 metros de la frontera a donde inicialmente se acercó, más hacia el Río que divide México y E.U.A. y oró ante una gran cruz que alude al tema principal de la migración. Del otro lado en El Paso, Texas 50,000 personas estuvieron reunidas en un estadio, participando a través de gigantes pantallas. Habló de la crisis que supone la migración, la deuda con las mujeres que han muerto sobre todo ahí, los feminicidios y estuvo también con personas empresarias y trabajadoras.

Algo constante fue su capacidad para conectar con la gente en su paso por las calles, el acercamiento a ella, rompiendo el protocolo en muchas ocasiones, abrazando a niñas y niños, personas enfermas y dándoles su tiempo. Antes de irse expresó: “Sentí ganas de llorar, al ver tanta esperanza en un pueblo tan sufrido”. “Me he sentido acogido por el cariño, la fiesta y la esperanza de esta gran familia, gracias por haberme abierto las puertas de su vida”. Por la noche del día 17 regresó a Roma, dejando mucha profundidad en sus mensajes, cuestionamientos, retos y compromisos para transformar las diversas realidades. Ojalá y sepamos realizar sobre todo esto último.

Rebeca Cervantes Martín MMB,
Coordinadora dl Área México-Centroamérica

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