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Casa de Formación, Guatemala

“COMUNIÓN Y SOLIDARIDAD QUE SE VIVE”

Este fin de año, he tenido la oportunidad de compartir la Misión de mis hermanas de Soyatitán, Ana Magamy, Rosa y Abdontxy. Una comunidad que se encuentra en Chiapas, al sur de México. He visto el trabajo que desempañan con animadores, mujeres, catequistas, etc. de las distintas comunidades que abarca la Parroquia, así como reuniones y compromisos de coordinadores/as de la Diócesis de San Cristóbal.

Una experiencia muy significativa fue el participar en una celebración del pueblo indígena Tzotsil en la comunidad de Acteal en el municipio de Chenalhó. Es una comunidad que se reúne cada año desde 1998 para hacer memoria de sus abuelas, abuelos, madres, padres, hermanas/os, hijas/os, incluso hijas/os no nacidos, quienes fueron masacrados y asesinados cruelmente dentro de una Iglesia mientras oraban y ayunaban por la paz de Chiapas el 22 de diciembre de 1997. Sin embargo, el hacer memoria de sus familiares, conlleva buscar la justicia, la verdad y la paz desde la esperanza que viven como pueblo para que este crimen no siga impune.

Lo que realmente impacta de este pueblo, como en muchos pueblos y comunidades de Chiapas, es su profunda fe, la comunión y solidaridad que se vive, donde el Obispo de la Diócesis, Sacerdotes, organizaciones y grupos en resistencia se acercan y acompaña su dolor pero que también aportan para buscar en conjunto vías de diálogo y soluciones pacíficas para la una pronta justicia.

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En esta oportunidad se realizó una caminata de dos kilómetros que finalizó en el lugar de la masacre al que le llaman “Lugar y tierra sagrada” porque, en esa tierra esta regada la sangre de grandes mujeres y hombres, y es donde también están enterrados sus cuerpos. Luego se celebró una Eucaristía con cantos, lecturas, homilía y consagración en el idioma del pueblo, así como en español. Fue una celebración hermosa en donde la Iglesia se hace Pueblo, rostro, esperanza, comunión y compromiso con la causa del proyecto de Jesús. La Eucaristía se finalizó con una danza propia de los Tzotsiles, seguida de una peregrinación en un santuario que está sobre las tumbas, donde se recoge en altares, fotografías y símbolos la memoria de los hechos y los nombres de las personas que sufrieron la masacre y a quienes llaman “Los mártires de Acteal”.

También hubo una galería de fotos que mostraba el caminar esperanzador que han vivido durante muchos años, especialmente desde hace 19 años que vivieron esta experiencia dolorosa. También, se puede presenciar una escultura con las personas que sufrieron el crimen.

Nosotras como comunidad participamos en esta celebración profundamente conmovedora, sintiendo cómo el pueblo vive su dolor y esperanza, así como desde dónde lo viven, que es desde una profunda fe y unión cristiana. Yo me quedo muy agradecida porque he vivido otra experiencia de lo que significa ser Pueblo de Dios y, sentir que ahí está presente Jesús en el compromiso de gente sencilla, con un espíritu que hace renovar el propio seguimiento y compromiso con el Reino.

Ana Noemi Chocón Ajcú, MMB

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