“Voluntariado en Soyatitán,
Chiapas”
Nuestra experiencia de Voluntariado en Chiapas empezó hace apenas unos pocos días. Llegamos el sábado 13 de agosto y nos transportamos directamente a la comunidad de Soyatitán, donde las Hermanas MMB tienen su casa. Llegamos justo para celebrar con ellas la fiesta de los 15 años de Misión Mercedaria en Soyatitán, fue una misa muy bonita donde todo el pueblo se acercó a felicitarlas, dándoles fuertes y cariñosos abrazos mostrando su agradecimiento por estos años de servicio a la comunidad.
Junto con esta celebración, se festejó también el día de la Virgen de la Asunción, Patrona del pueblo, viendo las entregas de flores provenientes de cada comunidad cercana, llegaban familias con ramos enormes de flores para la Virgen.
Para celebrar, el pueblo montó una feria que duró unos 9 días aproximadamente, haciendo por las tardes la representación de un baile típico de aquí y hecho por los “Parachicos”, danzantes que usan sarapes de colores y máscaras de hombre mayor, así como unos grandes sombreros con listones de colores cayendo. Nosotras hemos ido, día con día, adaptándonos a su estilo de vida y al lugar.
El miércoles fuimos de paseo a San Cristóbal de Las Casas, y nos quedamos con la Hermana Rosa ahí, ya que ella trabaja en talleres junto con la Coordinación Diocesana de Mujeres (CODIMUJ). Son talleres que manejan diversos ejes para el aprendizaje, la expresión y el crecimiento de las mujeres indígenas de la zona. Estamos entusiasmadas de vivir junto con ellas este taller que será llevado a cabo durante tres días de la próxima semana en San Cristóbal de las Casas.
También estamos a la espera de comenzar nuestras actividades en la comunidad de Laguna Verde, cercana a Soyatitán, donde una familia nos recibirá para apoyarles en trabajos de Catequesis y aprender sobre su vida en familia.
Por el momento, estamos impresionadas de conocer otra fachada de nuestro México, ya que pareciera que los problemas que se enfrentan en estos lugares son lejanos a nuestra realidad cotidiana y, en realidad, forman parte de nuestro país.
Ana Sofía Güémez Palomar
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“Voluntariado en Colomba,
Guatemala”
Ya casi son dos semanas desde que llegamos Magui y yo a Colomba, Guatemala y estos días han sido excelentes. Hemos conocido a increíbles personas y lugares muy hermosos. Las personas aquí son muy atentas con nosotras, y cada vez me sorprende más que, no importa por el momento que estén pasando siempre nos compartirán de su gran calidez y cariño. Hemos conocido a personas con grandes historias de vida de las cuales me van ayudando para crecer como persona, también ha sido increíble ver cómo es de importante para ellas y ellos su fe y el cómo la viven en comunidad.
Al igual que las personas del pueblo las Hermanas nos recibieron con mucho cariño. Conforme las he ido conociendo día con día, me he podido ir dando cuenta de las cosas increíbles que han hecho y que están haciendo por las demás personas aquí y en otras partes y, sobre todo, de lo queridas que son aquí en Colomba.
He podido trabajar en la clínica en donde hay desde consultas médicas, así como medicina natural y es muy interesante ver como es cada área, sobre todo la medicina natural, ya que es algo que no conocía mucho. También hemos ido a IGER (Instituto Guatemalteco de Educación Radiofónica), donde van maestras/os voluntarias/os a darle clases los domingos a niñas y niños, jóvenes y personas adultas que no pudieron terminar la escuela o que no pueden ir entre semana. Es bonito saber que puedes poner de tu parte para que alguien salga adelante en su vida y sobre todo acompañarla o acompañarlo un poco en el camino.
Los viernes también vamos a visitar a algunas personas enfermas en sus casas y para mí, ha sido una de las experiencias más grandes y más significativa en estos días, ya que se crea una conexión muy fuerte con el enfermo o enferma y sus familiares.
Esto ha sido un poco de lo vivido en estos días y estoy muy emocionada por lo que está por venir, estoy segura de que vienen cosas grandes. He estado aquí poco tiempo, pero puedo decir que me encanta y que no me arrepiento en absoluto de estar aquí, estoy acompañada de increíbles personas que me hacen sentir como en casa y sé que me ayudaran a vivir al máximo esta experiencia, y sé también que Dios, me está acompañando en cada momento lo cual me hace sentir en paz.
Ana Elena Moreno Casado
Me pidieron que escribiera algo de lo que han sido mis primeras experiencias en Colomba y, desde que me lo pidieron, no dejaba de pensar cómo iba a poder expresar con palabras “tantas” cosas. El estar acá es algo inexplicable, es algo especial, de esas cosas que solo de pensarlas y contemplarlas sientes una sonrisa salir de tu boca y que el corazón te palpita más rápido, es así como me di cuenta de lo plena y contenta que estoy aquí.
Llevaba mucho tiempo esperando este momento de poder salir de mi rutina para entrar por el camino de Dios.
Realmente no puedo más de la felicidad, estoy en un punto de mi vida que siento que estoy “justamente donde tengo que estar”, siento y sé que el haber venido ha sido la mejor decisión de mi vida y me entusiasma saber y descubrir todo lo que está por venir.
Desde que llegué me sentí sumamente acogida por las hermanas y el pueblo en general, la gente acá es distinta, es especial. Al poco tiempo te empiezan a contagiar el despreocuparte por la hora y preocuparte por el momento, comienzas a descubrir la belleza en la simpleza de las cosas, te sientes libre, en paz, sin presiones ni ataduras. Para mí ha sido descubrir cómo olvidarme del “yo” y aprender a ver por el prójimo, de pronto te miras a ti misma simplemente contemplando la grandeza de Dios, su ternura y compasión, descubres a Jesús y te descubres a ti misma en lo más noble, en lo más simple; en la sonrisa de un “patojito” (así se les dice a las niñas y los niños), en el paisaje nublado por las cenizas del volcán Santiaguito, los atardeceres asomados en las montañas decorados con los caseríos de las comunidades o los sembradíos de hule y café.
Lo más impactante es cuando te dejas tocar por la gente, de aquellas personas que tienen su vida centrada en su totalidad en Dios, y te das cuenta que realmente “solo Dios basta”, aprendí el verdadero significado de orar en comunidad y lo que es la experiencia de caminar con la otra y el otro.
He aprendido aquí que algo tan intenso y hermoso como el amor de Dios es algo que simplemente no puedes callar, no puedes quedártelo para ti sola, primero es un deseo el compartirlo, pero después se convierte en necesidad.
Mi peor error fue creer que yo venía a enseñar, cuando todo lo que he hecho es aprender. Quisiera que todos aprendiéramos de la gente de acá y dejar de preguntarnos cómo va a aparecer Dios en nuestro camino y preguntarnos cómo es que podemos ponerlo en el camino de las demás personas.
Pues “Dios no llama a las personas calificadas, sino que califica a las llamadas”…
Por eso espero que Él le permita a la gente verlo en mí, por lo tanto, seguiré dando mi máximo en cada cosita para lograr que los cambios sucedan.
Margarita Ortiz Covarrubias
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