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Soyatitán, Chiapas

“QUE NADA DE LO HUMANO NOS SEA AJENO”

Aunque parezca difícil de creer, hemos cerrado nuestros meses como voluntarias en la Misión de las Hermanas Mercedarias en Soyatitán, Chiapas. Han sido los meses muy distintos, fortalecedores y valiosos, porque sin duda alguna, cada día nos presentaba un nuevo reto que, aunque al principio pudiera parecer imposible, al final le sonreíamos a la vida diciéndole… “Sí pudimos, ¿Qué sigue ahora?”.

Nuestro trabajo aquí fue muy variado, ya que no nos quedamos sólo en Soyatitán, sino que tuvimos la oportunidad de trabajar en una de las comunidades más pobres de la Parroquia. La comunidad se llama “Laguna Verde”, donde fuimos recibidas por la familia “Nájera”, una familia con un corazón más grande que todo el Estado de Chiapas. Llegábamos ahí todos los martes temprano y regresábamos a casa de las Hermanas los viernes por la tarde. Durante nuestro tiempo en Laguna Verde, realizamos muchas actividades:

Ayudamos a las maestras del Kínder, tarea difícil, ya que las niñas y los niños tienen una gran falta de atención en sus casas y lo demuestran en el momento de aprender en clases. También ayudábamos en el grupo de reflexión de mujeres, y con ellas mismas creamos un grupo de cocina en el que les enseñamos recetas fáciles que ellas pudieran hacer con ingredientes que pudieran encontrar fácilmente, éstas clases nos gustaban mucho porque notábamos la emoción que sentían las mujeres al aprenderlas. También empezamos un grupo con los jóvenes de la comunidad, con reflexiones y dinámicas que se basaban, en su mayoría, en el esfuerzo por perseguir sus sueños y buscar hacer algo más que sólo lo acostumbrado en las comunidades campesinas. Con las niñas y los niños hicimos un grupo de Catequesis, platicando con ellos sobre la Creación, el Amor de Dios, la Virgen de la Merced, etc…

Los días pasaban rápido, y no nos dábamos cuenta del camino tan largo y valioso que habíamos estado recorriendo. Nuestra relación con la familia que nos recibió fue haciéndose cada vez más sincera, más valiosa, más unida… fue con esta familia y con esta comunidad con quienes pudimos cumplir con la frase que dijo un día la Madre Margarita: “Que nada de lo humano nos sea ajeno”, porque en verdad fue así como vivimos nuestras misiones, cercanas a todas las realidades, pero no sólo viéndolas de cerca, si no viviéndolas como ellos y ellas mismas.

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En Soyatitán empezamos a dar Catequesis a niñas y niños a finales de octubre todos los domingos, también fue una tarea pesada, pero a la vez valiosa, porque veíamos cómo las niñas y los niños cada vez participaban más. Una de nuestras actividades favoritas con las Hermanas fueron las Reuniones de Zona de Mujeres el primer sábado de cada mes, donde escuchábamos cómo reflexionaban y daban soluciones a sus problemáticas como mujeres campesinas. Así como a estas reuniones, fuimos también en dos ocasiones a las reuniones de la Coordinación Diocesana de Mujeres (CODIMUJ), donde asisten aproximadamente 100 mujeres de las siete zonas del estado de Chiapas, mujeres Indígenas y campesinas.

Nuestro cierre en Laguna Verde fue muy bonito, pero a la vez nos llenó de lágrimas a todas y a todos. Organizamos una pequeña pastorela con las niñas y los niños de la Catequesis, y con la ayuda de nuestra familia Nájera, montamos el pesebre de la Virgen María y San José. Después de eso pedimos posada y al término de nuestra celebración navideña, se repartieron tamales y agua de horchata hechos por las mujeres con las que trabajamos estos meses.

Antes de irnos nos llenamos de abrazos de niñas, niños y de las personas adultas, haciéndoles la promesa de que ni su comunidad, ni lo que vivimos ahí, ni ellos y ellas mismas, van a salir de nuestro corazón.

Ana Laura Castillo y Sofía Guemez
Voluntarias del Instituto de la Vera-Cruz

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