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Casa de Formación, Guatemala

“VIVIR LA FE DEL PUEBLO”

Vivir el retorno a Guatemala después de dos años de no estar en ese hermoso país, de volcanes y lagos y de gente maravillosa que, desde su generosidad, alegría, fe sencilla nos acerca al Dios de Jesús, siempre ha sido un gran regalo de Dios para mí.

Llegue a Guatemala el jueves 23 de marzo a una reunión de la Asamblea de nuestra Área México-Centroamérica, nunca pensé que regresaría a ese querido país que durante doce años y medio me fue mostrando el rostro de un Dios entrañable, solidario y comprometido con los más débiles de nuestro mundo, concretamente en Guatemala, país de profundas riquezas y grandes desigualdades.

Quise ir a Colomba, pero la falta de tiempo y la realidad de carreteras, transportes y posibles bloqueos me desanimaron, me quedé todo el tiempo en la capital. Fue aquí donde volvía vivir de manera sencilla una expresión de la fe popular en el Viacrucis.

La Comunidad Eclesial de Base, de la avenida Mateo Flores que se reúne los martes, realiza su Viacrucis los viernes de Cuaresma, antes de la Semana Santa. Este día viví otra vez junto con ellas/os esta celebración de fe, el olor a copal, la alfombra donde la cruz era el centro, que adornaba de manera sencilla al Nazareno y que, me regresaron a todas las celebraciones vividas en Colomba.

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La sencillez me acerco a las comunidades del campo en la zona de Mujuliá, Chuvá, Saquichillá, Santa Rosa, Mercedes, El Retiro y muchas otras comunidades que durante este tiempo acompañan a Jesús en su vía dolorosa.

Caminamos de la casa que lo recibió el Viacrucis el viernes pasado en uno de los callejones tan conocidos en esa zona, a otra casa que lo recibía, fue una caminata corta, llegamos a esa casa y después de las oración y meditaciones de tres estaciones del Viacrucis, se compartió con nosotras/os un pan y un rico café. Hablamos largamente sobre la situación de Guatemala, sobre la problemática que se vive y el compromiso que como ciudadanos y creyentes tenemos que hacer, desde lo pequeño para cambiar las realidades de violencia y de muerte.

Después de ver en donde se recibiría el Viacrucis la semana próxima, nos retiramos agradeciendo su acogida y calidez, muy al estilo Guatemalteco y, en el regreso y luego en casa, agradecía al Dios de Jesús este otro regalo que me daba, experimentar una vez más el sentirme tocada por Jesús, que me invitaba a seguir caminando en su seguimiento, desde mi opción por la vida y por las personas más pobres y excluidas.

Alicia obregón Torres, MMB

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