Muy queridas todas y todos llego a ustedes desde la calidez de este pueblo sencillo, pequeño como un gorrión y grande de corazón, Colomba, Quetzaltenango. Personas que me hacen sentir una más de ellas desde el primer momento en que llegue.
Mi primer contacto, las hermanas MMB, muy cariñosas y a pesar llegar fuera del horario en que me esperaban, estaban contentas de verme, Ody que estaba de visita a su familia, la interrumpió y fue a buscarme a Tapachula. La comunidad es pequeña y muy acogedora, muy cercana al pueblo con una labor pastoral muy bonita y de gran importancia para la gente.
El sacerdote está recién llegado, que también es muy cercano a nosotras y al pueblo, es un hombre muy sencillo. El 15 de enero fue el culmen de las fiestas del Santo Cristo de Esquipulas y nos invitó a comer a su casa, estuvimos muy a gusto.
¿Qué decirles a ustedes de este pueblo?… Es muy acogedor, me siento cerca de ellas y ellos, su sencillez y compartir me mueve a querer estar unida a este pueblo. El poco tiempo de estar aquí me ha dejado ver dos realidades: en lo económico, hay algo muy característico en todos los pueblos de Centroamérica, no hay trabajo y lo poco que consiguen está mal remunerado o les pagan atrasado el salario. En lo social, existe mucha violencia provocada por las maras que son como un cáncer que poco a poco van minando a la sociedad, toman de los hogares a jóvenes hombres y mujeres para integrarles a sus pandillas. Pareciera una institución clandestina a la que hay que pagarle impuestos por trabajar o tener algún negocio, de hecho tiene su propio sistema de cobro.
El ir conociendo poco a poco al pueblo me va llevando a sentirme como en la Patria Grande que Francisco Morazán soñó y ¿por qué no? Ellas y ellos, al abrir y estirar su brazo para saludar abren su corazón para que una pase, lo hacen con tanta sencillez y calidez que yo entro con facilidad y entonces me doy cuenta que estoy tocando tierra sagrada. |
Yo me imagino que la pobreza les hace gozar de la riqueza de fe que tienen y eso me motiva a querer caminar con ellas y ellos. Creo que en este momento, Dios me está ayudando y llevando a recibir, a acomodar lo que necesito para llenar mi morral y emprender el camino por este rincón de la Patria Grande. En este escenario están siendo fundamentales para mí el acompañamiento de las hermanas y la cercanía del padre Aparicio Vicente, párroco de Colomba.
Por el momento solo he visitado tres comunidades: Las Mercedes, La Loma en El Chuvá y Santa Rosa. Todas han sido de mucha cercanía independientemente del evento que se realizó en ellas. Hay muchos más signos de vida que los que he narrado, y uno de ellos es la naturaleza que con su verdor y sus cascadas que caen de las praderas me dicen que más allá de los sufrimientos del pueblo hay esperanza y hay vida.
La fiesta del Santo Cristo de Esquipulas me ha llevado a una reflexión profunda sobre la fe, la solidaridad y el compromiso de este pueblo comprometido con su fe y con su iglesia, a seguir confiando que “sí se puede”, se puede seguir buscando, caminando juntas y juntos, como miembros activos de la iglesia.
Nila Torres Olivas, MMB
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