“LA MISIÓN… EXPERIENCIA

QUE TRASCIENDE”

“Salir hacia…”

Este año como en años anteriores, antes de la Semana Santa se acompañó a un grupo de jóvenes entusiasmadas/os por vivir la experiencia de Misión en Colomba, Quetzaltenango donde se encuentra una de nuestras misiones como MMB.

La misa de envío se celebró en la Parroquia San Pedro Nolasco y nos acompañaron amistades, familiares y la comunidad de San José la Comunidad.

Así, llegó el día esperado y viajamos el Domingo de Ramos rumbo a Colomba, donde las hermanas nos recibieron con mucha alegría.

 

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El Lunes Santo todas y todos salimos hacia las diferentes comunidades en grupos de dos o tres integrantes. Cada grupo, tuvo la oportunidad de vivir en compañía de las comunidades que nos recibieron, las diferentes celebraciones realizadas en estos días santos.

El sábado de Gloria regresamos a casa de las MMB para vivir con profunda alegría todos los grupos unidos, la Vigilia Pascual y posteriormente, compartir en la cena las experiencias de Misión junto con otras/os jóvenes de la parroquia que también tuvieron su vivencia misionera.

Cada una/o de las y los misioneros compartió de manera muy emotiva, sin duda alguna, todas/os experimentamos “algo nuevo” al vivir la Semana Santa desde otras realidades, costumbres, tradiciones y pueblos. En el grupo de jóvenes dejó sentimientos de alegría, cariño, gratuidad y por supuesto, ganas de volver… les marcó la vida.

A nivel personal quiero simplemente agradecer todo lo vivido en mi pueblo, Colomba, una Misión que significa mucho para mí, ahora desde mi experiencia como Mercedaria Misionera de Bérriz.

Gracias Carmen, Lorena, Miriam, Ruth, Lupita, Teresita, Elsa y Selvin, misioneras/os… por apostar y…

“¡querer hacer algo grande por Jesús!”

como nos invita la M. Margarita.

Mayra Castro, Novicia MMB

“ACOGIENDO LA VIDA

DESDE LO COTIDIANO”

Después de ocho años vividos fuera de Guatemala e incluso fuera de Latinoamérica, me he dado cuenta que la vivencia en lugares desconocidos y con personas diferentes, de otra cultura, de otra religión, tenemos “un mismo corazón y una meta común”, desde esa experiencia significativa, he aprendido otros valores para inculturarme en otras culturas, pueblos… y ahora, nos ubicamos en el tiempo del 2014, donde he tenido la ocasión de vivir mi ser misionera en mi tierra natal que es Guatemala.

Este año tuve la oportunidad de vivir la Semana Santa en una de las comunidades pequeñas, llamada Nueva Independencia, que acompañan las MMB en la parroquia de Colomba, Quetzaltenango. Para vivir esta experiencia tuve un antes, un durante y un después.

Antes de salir hacia Colomba había estado preparándome en el tema de “las distintas culturas juveniles” y tenía deseos de compartir la vida de manera especial con las/os jóvenes de esa zona. Quería observarles, convivir, escucharles, con el propósito de descubrir cómo viven la experiencia de Dios en la vida cotidiana. Sin embargo, la realidad del caserío era diferente porque en la comunidad solo había dos jóvenes, ya la mayoría eran personas adultas.

Durante mi estancia en aquella comunidad, me ayudó el deseo de “ser-estar-meterme” en la vida de las personas que nos abrieron su casa. Sí, quería vivir la experiencia compartiendo la vida con las personas y lo hice desde el hacer tortillas (hace varios años que no hacia tortillas!!!), barrer y ayudar en otros quehaceres de la casa; también fui al pequeño terreno de la familia para ver la cosecha de maíz, frijol, chile, etc. Por las tardes, teníamos nuestras celebraciones comunitarias, también algunas noches jugábamos lotería con las niñas y los niños.

Una de las tradiciones típicas en nuestros pueblos guatemaltecos durante la Semana Santa es que no falta el pan dulce pero el año pasado no hubo buena cosecha de café, por tanto, en varias familias no tuvieron panes, garbanzos dulces, pepián (o mole como le llaman en las aldeas).

 

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¿Qué significa esto? Que la gente campesina este año está más afectada, pues lamentablemente la cosecha de café estuvo muy mal el año pasado y como decían ellas y ellos: “este año, la vida está más dura, más difícil no tenemos pisto (dinero) para comer”… ¡Dios mío! ¡Qué impacto!

Otro aspecto que me sorprendió muchísimo fue el movimiento migratorio que existe para el “otro lado”, no hay familia que no tenga algún familiar que viva en Estados Unidos. Esto nos muestra que la situación económica cada día esta empeorando y los jóvenes (varones) cada vez más se integran a las maras (pandillas juveniles) porque no cuentan con espacios recreativos y no hay trabajo…

“Desde los contextos empobrecidos de las personas excluidas y marginadas, se teje

y construye otra historia,

otras formas de comunicación, otras relaciones,

otras maneras de convivir,

otras formas de educación, otra sociedad por nacer: una Tierra diferente.

Es en el grito de las personas pobres,

donde encontramos al Dios de la vida

y de la esperanza”…

(Tomado de www.dominicas, “Inculturación”)

En ese grito descubrí que existen personas muy comprometidas y siempre piensan en la “otra y el otro”. Constato que en nuestros ambientes sencillos predomina la hospitalidad, el respeto, la sabiduría de las personas mayores y el lugar que tienen en la comunidad (sabiduría que acompaña y guía la vida), el silencio, la acogida, la gratuidad, la capacidad de contemplar y se comparte la vida desde lo que la tierra produce, aun cuando les falte.

Al finalizar la experiencia de Semana Santa tocaba decir adiós y regresar al ambiente capitalino.

Me siento profundamente agradecida por “tocar-olfatear-ver-sentir-vivir” un poquito de lo que nuestra gente campesina colombina experimenta en el día a día.

Con el talante misionero MMB, no cabe duda, mi opción por la espiritualidad desde la JPIC es cada vez más importante. Nosotras vivimos en medio de una cultura que tiene sus propios lenguajes, sus símbolos, su manera de interpretar al ser humano y al cosmos, es ahí, donde me siento invitada a caminar y descubrir a un Dios que respeta-acoge la “Vida” y se expresa en nuestra cultura guatemalteca con su propio lenguaje y color.

Chela Pérez, MMB

“EL DOLOR QUE CONVOCA Y ESTALLA DE ESPERANZA”

“Semblanza de

María Amparo García”

Eran las dos de la tarde del domingo 30 de marzo pero también desde ayer sábado 29 nos íbamos encontrando en la cita, como si María nos hubiera dicho a todas y todos: “no faltes chulita, preciosa, te esperamos…te toca la oración… el tema…”

Y era la proliferación de abrazos con dolor y lágrimas porque la que nos convocaba ya había transitado a otra forma de presencia y a continuación brotaba el gozo del encuentro, de la densidad de historia a lo largo de 50 años de lucha empecinada, solidaria, cariñosa, tierna a favor de las personas empobrecidas.

La Mesa del altar se hizo redonda, alargada, flexible, como si quisiera danzar en un ritmo sorprendente que entrelaza a laicas y laicos, sacerdotes y religiosa, jóvenes con edades intermedias y tercera edad, con representación de las diversas organizaciones que se nutren del mismo hilo conductor, tales como Voces del Tiempo, Movimiento Mons. Gerardi, Escuela Gerardi y otras Escuelas de Teología, AVANCSO, CEB’s, Pastoral Social de la Arquidiócesis, Amerindia, SICSAL, Núcleo de Mujeres y Teología, CONFREGUA, la ODHAG…

Y ahí estaba Juanito, su compañero de toda la vida frente a María, rodeada de abundantes flores, a un costado de la Cruz Maya como diciendo:

“¡Qué bellos tus amores, hermana y novia mía; tus amores son mejores que el vino!…,

Entra, amor mío, en tu jardín a comer de sus frutos exquisitos…

No despierten al amor hasta que ella quiera…”

(Cant. 4,10.16; 8,4).

 

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Y su retrato, su película su memoria se fue rodando a retazos, como cuando nos decía Cristóbal el sacerdote maya: “María se fue a acompañar el caminar del sol, allá donde no hay puertas ni ventanas… con nuestra Madre naturaleza que está en agonía porque no queremos ser conscientes del dolor que le estamos provocando… Ella empezará otro viaje, igual que el primer viaje que hizo cuando vino a la tierra…”

O como decía uno de sus hermanos: “Ella tenía una rica sensibilidad social y eso la llevó a cumplir muchos de sus sueños de estar con las personas pobres…”

“Ella fue importante aún en los archivos de la policía, pues resultaba amenazante a causa de su compromiso con las mayorías empobrecidas; ojalá hubiera muchas Marías para que sigan transformando nuestro país…”

Y luego vino el agradecimiento a la familia porque “nos la prestó como hermana mayor que se entregaba de lleno a empujar las luchas del pueblo pobre de Guatemala, siempre teniendo presentes a Toñito su hijo, a Juanito, a sus gemelas nietas, a sus hermano-as, no dejaba de soñar con otro país por el que desgastaba su vida; ella fue tomada de la mano de las/los mártires de Guatemala y de América Latina para que otro mundo y otra Iglesia fueran posibles”.

“Hermana mayor en el camino de la fe, tu semilla ya está sembrada en todo Guatemala, queremos seguir adelante, despiertas; por favor, no nos dejes porque el camino es largo”.

Te recordamos siempre convocando, articulando, con tu portafolio cargado de papeles, cual siempre oportuno archivo ambulante.

Así fue como “comulgamos el cuerpo de Cristo, en el que creíste y comunicaste”, para luego irte a descansar en la paz inalterable de la Madre, hermana y amiga tierra, dejándonos la impronta de que el dolor de tu partida solo estaba estallando en un canto de esperanza y compromiso cotidiano.

Beatriz Eugenia Becerra Vega, MMB

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“JÓVENES SIENDO

LIBRES PARA LIBERAR”

En esta ocasión queremos compartirles que en la comunidad de Cotió, hemos iniciado una nueva “comunidad de jóvenes” y les estamos acompañando las hermanas Graciela y Betcy. Nos sentimos muy contentas por la respuesta que todas las y los jóvenes han dado ante esta nueva experiencia.

Esta comunidad está conformada por chicas y chicos desde los 14 hasta los 29 años de edad y todas/os, en medio de las diferencias generacionales, nos llevamos muy bien. Por su puesto, sabemos que el proceso de confianza y amistad se irá afianzando poco a poco.

Las primeras reuniones las dedicamos al conocimiento mutuo por medio de juegos, dinámicas y temas que favorecieron a la integración como comunidad y posteriormente, el tiempo de Cuaresma, nos cayó como anillo al dedo como tiempo de reflexión, y así, comenzar a “actuar”.

Año con año en nuestra colonia se realiza el Viacrucis caminando casa por casa cada viernes de la Cuaresma y, como “comunidad de jóvenes” participamos en uno de los temas de reflexión trabajando en dos sub-grupos, cada grupo presentó su reflexión para este tiempo de preparación hacia la Semana Santa compartiéndolo con el resto de la comunidad.

 

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Todas/os las y los jóvenes estaban muy nerviosas/os por ser la primera vez que participaban pero a su vez, muy entusiasmadas/os por tener la oportunidad de compartir su experiencia dentro de una actividad que normalmente está dirigida por personas más adultas.

Llegando el día de la presentación los nervios estaban a la vista pero la comunidad adulta los recibió con mucha alegría y eso les motivó para compartir lo que con tanto esmero habían preparado, su propia reflexión.

Aplausos y palabras de ánimo, fueron lo que recibieron de parte de la comunidad adulta y una enorme sonrisa de satisfacción llenó sus rostros.

Este es el comienzo de una “comunidad de jóvenes”, que va creciendo en alegría, esperanza, confianza y deseos de vivir intensamente. Siguiendo a un Jesús joven, queremos continuar marcando la diferencia “siendo Libres para Liberar”.

Betcy Chicoj, Novicia MMB

“DEJAMOS QUE LA MISIÓN NOS HICIERA”

“¿Quién decide cuándo empieza la Misión o cuándo termina?”

Desde hace meses nos preparábamos para vivir la Misión de Semana Santa, mucho más allá de lo que recibimos como temas, estaba la inquietud de participar. Para algunas/os no estaba dentro de sus planes, inmersas/os en la rutina y el tedio de cada día, lo único que se esperaba era que llegaran los días Santos para dormir más, para comer pan y compartir con la familia y amistades.

Para un pequeño grupo de jóvenes, la Semana Santa se proyectaba de un modo diferente, para algunas/os fue una invitación que se dio unos años atrás, para otras/os fue una revelación el deseo de formar parte de JUMMER 2014, para otras/os fue preparar cada detalle con esmero y paciencia, como quien organiza cada parte de una gran fiesta. Las y los jóvenes invitadas/os fueron muchos pero quienes llegaron fueron pocas/os…”pocos pero chispudas/os” como dice Rosita, la madrina de las misiones en Colomba.

De ese pequeño grupo formado por 30 personas salió mucha vida, experiencias de entrega y libertad, autodonación y alegría, compañía y encuentro, amistad y familia, Redención y Esperanza… del gran grupo, las comunidades de Colomba, brotó el más acogedor de los recibimientos. Comunidades lejanas que viven rodeadas de la más bella y exuberante naturaleza. Comunidades a las que muy rara vez llegan misioneras/os. Comunidades que desde su fe sencilla y profunda, viven con humildad la alegría del Evangelio. Comunidades que Evangelizan con su modo de vivir la esperanza y que con gusto reciben a quienes les visitan ofreciendo “todo” lo que son, lo que tienen y no escatiman en detalles para hacernos sentir en casa, en familia. Comunidades que son Misión, Tierra Sagrada de encuentro con Jesús.

 

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Inicié con una pregunta porque al finalizar la Semana Santa, al reunirnos como JUMMER el Sábado de Gloria por la noche para compartir la experiencia, nos dimos cuenta de algo, la Misión no termina. Decir Misión cumplida, significa para nosotras/os, que la vida sigue con un sentido diferente.

No somos las/os mismas/os que éramos antes de esta experiencia porque en realidad “no hicimos Misión, dejamos que la Misión nos hiciera”. El Misterio de Jesús revelado en su Pueblo nos hizo descubrir que la vida tiene sentido, este sentido es el que nos motiva a transformar y morir a lo que éramos para volver a vivir, para resucitar con Cristo a una vida que es Misión la cual no termina con la Semana Santa, sino que continúa donde quiera que vamos, porque sigue habiendo situaciones que liberar, corazones que alentar, realidades que transformar y una humanidad que redimir, porque los jóvenes de hoy tenemos mucho que dar y recibir, porque darle “me gusta” a la vida es compartir la alegría que de esta experiencia nace.

¿Quién decide cuándo termina la Misión? Solamente quien nos ha enviado y nuestra disponibilidad para atender a su llamado. SOMOS JUMMER!!! y el 2014 es un año para trascender siendo ¡Libres para Liberar!

Nora A. Gómez Mares, MMB

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