“EL CARISMA LIBERADOR
POR LA DIGNIDAD”

Las Mercedarias Misioneras de Bérriz acompañamos distintas realidades de injusticia que viven nuestros pueblos con atención preferencial a las mujeres. Desde la Misión de El Viejo y en el marco de la celebración de María de la Merced, mujer que opta por la Vida aún en medio de las grandes dificultades que le presentaba su contexto y sociedad, les compartimos la siguiente noticia publicada en la prensa de Nicaragua, que se enfoca en la realidad de las madres adolescentes que también viven su maternidad llenas de profundos desafíos.

La realidad de adolescentes embarazadas se hace cada vez más constante y nos mueven a seguir trabajando en la construcción de una sociedad más digna, justa y solidaria, sobre todo por nuestras niñas y niños, adolescentes y jóvenes que viven hoy, profundas experiencias que impactan su vida.


“Tragedia de las madres adolescentes”

Las consecuencias de la maternidad en una adolescente son graves y difícilmente remediables. Pasa del juego infantil con muñecas a la crianza de un niño o niña de verdad sin tener la madurez biológica y emocional necesaria para asumir esa delicada responsabilidad.

La madre adolescente no puede ahora, como antes, salir, divertirse, ir a fiestas, disfrutar los mejores años de su vida. El “novio” se asusta y la abandona para escapar de toda responsabilidad, de modo que la adolescente debe enfrentar la vida sin más compañía que su bebé. Para colmo, se siente rechazada en el hogar y hasta la corren de la casa.

Las “amigas” rehúyen su compañía, como si tuviera una enfermedad contagiosa. Los muchachos que se le acercan, la miran como una “mujer fácil”. Las personas vecinas no paran de chismear. La sociedad en general, la discrimina. En cuanto a sus aspiraciones profesionales, se ve obligada a abandonar sus estudios, sacrificando la posibilidad de mejores oportunidades de vida y de trabajo. Todos esos hechos traumatizantes impactan en la salud mental de la madre adolescente, generando angustia y fuertes sentimientos de culpa.

Esas son cosas generales. Hay también casos de excepción en que la joven se casa con el novio para regularizar su situación, o cuando la madre de la adolescente se encarga del cuidado del recién nacido y motiva a la adolescente a proseguir sus estudios; como también hay casos en que la adolescente, perturbada por sus problemas y sentimientos de culpa, pone fin a su vida.

El problema de las madres adolescentes en Nicaragua es grave y preocupante. De acuerdo con estadísticas publicadas por la Fundación de Nicaragua para el Desarrollo Económico y Social (Funides), el porcentaje de mujeres adolescentes entre los 15 y 19 años, que son madres o están embarazadas, es 20.6 % en las áreas rurales. Por región, el mayor porcentaje corresponde al Caribe (28.9 %).

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De acuerdo con estos índices, estimamos que actualmente existen en Nicaragua más de 80,000 madres adolescentes en edades comprendidas entre los 13 y 19 años, que requieren del apoyo psicológico y la atención especial de las instituciones que velan por los derechos y bienestar de la mujer y de la familia.
Una causa importante de la maternidad adolescente es la saturación sexual del ambiente. El sexo nos llega sin control de todos lados: los anuncios, el cine, los periódicos, la televisión, el internet, el celular, la música reggaetón, la moda atrevida en el vestir, la conversación obscena, inducen a las y los adolescente a relaciones sexuales tempranas.

La maduración sexual, que se manifiesta en la mujer alrededor de los 12 años con la primera menstruación, ocurre a una edad temprana en que la adolescente no ha completado la maduración de su personalidad. En las y los jóvenes deben transcurrir todavía algunos años para que completen el desarrollo emocional y volitivo, que les permita controlar sus impulsos biológicos y ver con claridad las posibles consecuencias de sus actos.

El cultivo de la autoestima en el hogar y en la escuela, es la mejor arma en la prevención del embarazo y maternidad en esta etapa del desarrollo. La valoración positiva que la y el adolescente dé a su misma personalidad, el sentido elevado de dignidad de sí misma, la hacen prudente y responsable. La persona que no cree que es digna de respeto, puede llegar a creer que tampoco su cuerpo merece respeto.

Násere Habed López
“Psicólogo, Doctor Honoris Causa y Orden Miriam
Fiallos Gil del Consejo Nacional de Universidades”

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El 25 de Agosto se celebra en Nicaragua el día de las personas con Discapacidad, por lo que se invitó a tres personas de Casa Esperanza a participar a una actividad en Chinandega, enmarcada en la Celebración de la Semana de las Personas con Discapacidad que realiza año con año el Centro Regional de Rehabilitación y Estimulación Temprana de Occidente, mejor conocido como “Los Pipitos”.

Dialogando y analizando la propuesta, se decidió que fueran Zita Bucardo, responsable de las actividades de Casa Esperanza, y Carlos Pantoja, cariñosamente conocido como “Chicopan”. Al tener Chicopan una discapacidad motora (distrofia muscular) que le dificulta transitar en el bus, se decidió que Ana Lourdes, MMB chofereara la camioneta para que Zita y Chico (montado en su silla de ruedas) pudieran ir atrás en la tina y se trasladaran al evento.

Después de bajar a Chicopan e ingresar al lugar, se hizo un recorrido por una exposición de lindísimas maquetas y murales, donde “Los Pipitos” exponen su trabajo de manera muy creativa, sobre las distintas áreas de rehabilitación: psicomotricidad, lenguaje, alfabetización, taller de manualidades, hidroterapia, etc.

Posteriormente dio comienzo un foro sobre Discapacidad, enfocándose principalmente, en el uso que hacemos de los términos para referirnos a personas que tienen algún tipo de discapacidad. Se hizo mucho énfasis en lo peyorativo que resulta el lenguaje cuando usamos diminutivos como “cieguito”, “mudita”, etc. Se nos invitó a deconstruir nuestro lenguaje coloquial y a llamarle a las cosas por su nombre: discapacidad motriz, auditiva, de lenguaje, etc. Ya no se usa, al menos en Nicaragua, el término “capacidades diferentes”. También se hizo hincapié en que, con el lenguaje van aparejadas las visiones que tenemos de las personas que sufren discapacidad y que de alguna forma limitan más, cuando les vemos con lástima.

Al terminar la exposición, se abrió la participación a las personas asistentes y los aportes fueron de mucha riqueza para abrirnos los ojos, la mente y el corazón, de forma que salimos con deseos de prepararnos, de salir más a contactar con otros Centros donde se hacen intentos para brindar apoyo a personas, que como nosotras/os, sufren alguna discapacidad. Fue un gran regalo y nos puso a volar la imaginación y el corazón.

El día 28 participamos en el desfile que cada año organiza la “Escuela de Educación Especial”, con la finalidad de recordarle a la población en general, que aquí seguimos en la lucha las personas con discapacidad, esforzándonos cada día para tener una vida más digna y plena. Una manera de hacernos visibles, aunque quisiéramos que se extendiera al resto del año y que de algun modo, se ocuparan en facilitarnos las vías para que podamos transitar de manera más segura por las calles del pueblo.

“ABRIR LOS OJOS,
LA MENTE Y EL CORAZÓN”

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Después del desfile, nos quedamos un rato en el convivio que organiza la “Escuela de Educación Especial”, para después trasladarnos a Casa Esperanza, nuestra segunda casa, al convivio que las Hermanas nos prepararon con mucho cariño.

En el convivio, primero vimos un video de un cortometraje que se llama “El Circo de las Mariposas”. Para todas/os fue una bonita sorpresa, ya que no lo esperábamos. El video nos gustó mucho ya que nos hizo reflexionar y caer en la cuenta que la discriminación existe en todas partes. También entendimos que la discapacidad consiste en cómo nos ven o nos quieren ver, lo que nos dicen y nos hacen creer. Creemos que el cómo nos ven, no puede ni debe determinar nuestras posibilidades. Es como una actitud. Nos gustó mucho descubrir que una mirada, un trato diferente, fue lo que obró el milagro del cambio en el personaje principal.

Al terminar el video, compartimos y descubrimos que deseamos volar alto, romper el capullo que tenemos en el corazón y en la visión. Tener mucha paciencia para lograr nuestro sueño y creer en nosotras/os mismas/os.

Después pasamos a comer y tuvimos otra sorpresa, ya que nos sirvieron un riquísimo pollo asado, que a las nicaragüenses nos gusta mucho. Tuvimos música tranquila de fondo y al final compartíamos agradecidas lo alegre que vivimos éste día. Nos gustó mucho sentarnos todas al mismo tiempo, en la misma mesa, y lo mejor, con mucha paz.

Casa Esperanza

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