“CRISTO SIGUE ARDIENDO EN NUESTRO CORAZONES”

El Domingo de Ramos todas y todos nos pusimos en camino para acompañar las celebraciones de Semana Santa en las comunidades de: San Isidro Los Laureles, Limón I y II, Laguna Verde, 20 de Noviembre, San Isidro la Sociedad, Nuevo Soya, Hernande-Hernandez, Pujiltic y Soyatitán, en Chiapas.

El acompañar a las comunidades, ciertamente ha sido una experiencia profunda para confirmar que el pueblo va caminando desde su fe, compromiso y participación en las diferentes celebraciones para reflexionar la Vida, Muerte y Resurrección de Jesús, sin perder de vista las realidades de muerte que se viven en nuestras comunidades y barrios, especialmente desde el machismo, la violencia, la indiferencia y otras situaciones de muerte que se dan en el entono, como el individualismo.

El día Miércoles Santo fue una experiencia significativa, una vez más se realizó el Viacrucis haciendo un recorrido de 20 kilómetros, donde participan las comunidades de la parroquia de Soyatitán y Socoltenango, en su mayoría son jóvenes, algunas personas adultas, niñas y niños. Aunque es un recorrido largo es una manera de solidarizarnos con Jesús sufriente, a través de muchos rostros sufrientes de nuestro hoy. En este recorrido se hacen las 15 estaciones del Viacrucis, acompañadas de cantos que nos llaman a un compromiso de vida y liberación.

En la celebración del Jueves Santo, se hizo énfasis en la necesidad de compartir nuestras tortillas, frijoles y así, buscar nuevas alternativas para hacer frente al sistema egoísta, individualista y competitivo que tiene el único deseo de acumular sin importar el dolor de muchas hermanas y hermanos. Ha resonado profundamente en nuestros corazones el deseo de “partir, repartir y compartir el pan” a través del fortalecimiento de la colectividad. También se ha sentido muy fuerte el deseo de seguir reforzando “la iglesia servidora”, valorar a tantas servidoras/es que hay en las diferentes áreas de trabajo, catequesis, jóvenes, mujeres, animadoras/es, pastoral de la tierra, pueblo creyente. Al agradecer el servicio gratuito y la entrega generosa, en algunas comunidades se llevó un poco de comida para compartir y se puso en común para que llegara a todas y todos como un gesto y símbolo de solidaridad.

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El Vienes Santo se realizó el Viacrucis en las diferentes comunidades, acompañando a Jesús y dejando que Jesús acompañe nuestros sufrimientos penas y preocupaciones. Ha sido un recorrido de acompañar y también de reflexionar, haciendo énfasis en que Jesús no muere de enfermedad, ni por un accidente, ni de vejez, sino que es condenado y ejecutado por las autoridades religiosas y políticas de su tiempo. Así, tuvimos presente que hoy también el sistema sigue criminalizando a las organizaciones sociales, a las personas defensoras de los derechos humanos y ambientales.

En medio de estos signos de desesperanza y de muerte surge el despertar de algo nuevo, hay muchos signos de vida desde Jesús Resucitado, vemos que algo nuevo está naciendo y en este recorrido hemos visto que muchas familias están buscando nuevas alternativas para hacer frente a la crisis alimentaria, se va fortaleciendo el trabajo comunitario a través de huertos familiares, se va consolidando en ellas y ellos una consciencia crítica para ir a la raíz de los problemas y poder dar nuevas respuestas. El fuego de Cristo Resucitado sigue ardiendo en nuestros corazones y nos hace ver nuevas experiencias y oportunidades.

Rosvia Pol, MMB

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“ESTE PUEBLO TAN IGLESIA”

Les comparto que mi primera experiencia misionera como parte del Instituto de Mercedarias Misionera de Bérriz y en el proceso de postulantado fue en Soyatitán, Chiapas. Participamos en esta Misión María José López, MMB y yo, Gloria.

Mis expectativas eran muchas, Soyatitán siempre resonó en mi corazón y tenía un deseo muy profundo de conocer esta Misión.

El Domingo de Ramos inició la aventura en las comunidades del campo, pues el plan era visitar una diferente cada día. Durante la Semana Santa acompañé a Rosvia Pol, MMB que forma parte de la comunidad en Soyatitán, y fue ella quién me compartió la realidad del lugar y me introdujo a la Misión.

Jamás había vivido la experiencia de estar sólo un día en las comunidades y siento que fue muy positivo porque me permitió conocer a varias familias, con realidades distintas pero con el mismo cariño al recibirnos.

Soyatitán me impactó mucho en este sentido y en la manera de ser Iglesia. Se asumen parte de ella e integran su fe a la vida diaria junto a la cultura maya… es increíble! Sus cantos* claman pasión, alegría, convicción, justicia, comunidad… y también persecución por la causa del Reino.
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Aquí, a la Virgen María le llaman Mamá María, a los sacerdotes les dicen “Tata”, que significa “papá”, con mucho aprecio a todas las personas, absolutamente a todas, les llaman hermanas y hermanos. No sólo se llaman así, “se tratan así” y ese trato lo viví en carne propia. Qué corazones, qué convicción y qué fe.

Gracias Chiapas por ser pueblo, por ser Iglesia, por todo lo que enseñas al mundo y sobre todo por ser un ejemplo de esperanza.

Gloria Martínez, Postulante MMB

*Aquí les comparto un canto que demuestra

la manera en la que comprenden

y viven la fe en Soyatitán Chiapas:

“Es Jesús este pan de igualdad,

venimos a comulgar

con la lucha del pueblo

que busca justicia y dignidad.

Comulgar es volverse un peligro,

venimos a incomodar,

con la fe y compromiso su Reino va a llegar”

Canto Pan de Igualdad

“15 MISIONES…

MI ALEGRÍA DE SEGUIR SIENDO MISIONERA”

La vida vale la pena por esos momentos de encuentro. Por las personas que se cruzan con nosotras/os y se quedan para siempre en nuestro corazón, por esa huella profunda que re-aparece cuando recordamos. Por los instantes donde nos detenemos a mirar, con todos nuestros sentidos, los pequeños detalles que Dios nos regala constantemente: el amanecer, el viento rozando nuestra piel, el sonido de los pájaros, el sabor de la comida, un atardecer en el mar, la luna en todo su esplendor, una persona desconocida que nos sonríe en la calle, el abrazo que necesitábamos en ese preciso momento.

La Misión, en mi vida, significa ese lugar especial de “encuentro”: con Dios, conmigo misma, con la naturaleza, con el amor, con la esperanza en medio de un pueblo que sufre. La Misión, es una oportunidad más para abrazar al mundo, para abrazar a Dios y dejarnos abrazar por Él. Es una oportunidad más para ver cara a cara a Jesús, para renovarnos, para hacer comunidad, para recordarnos que, no importa de dónde venimos, a dónde vamos, si tenemos un plan de vida, si luchamos a diario por conseguir el pan que alimenta el cuerpo o el espíritu; que no importa si somos personas campesinas o venimos de la ciudad; no importa en qué creemos o, incluso, si no creemos en Dios… lo importante es que hay algo en cada persona que nos mueve, que nos motiva, que nos anima a vivir. Ese “algo”, es el “Amor”.

Por amor, somos capaces de dejarlo todo e ir a encontrarnos con personas desconocidas, que por amor nos reciben en su casa, nos alimentan y nos dejan un lugar para dormir.

Por amor, nos ponemos una playera y nos colgamos la cruz, como quien lleva una armadura y se siente protegida/o de caminar en lugares desconocidos e inimaginables.

Por amor, subimos barrancos, bajamos cañadas, caminamos bajo el sol y de pronto, todo lo que parece difícil se torna ligero y vamos por las calles coloridas, siempre alegres, siempre tranquilas/os, siempre seguras/os porque sabemos que es Jesús quien va con nosotras/os.

Por amor, la gente nos abre la puerta de su casa, nos cuenta su vida, nos escucha, nos recibe, nos abraza, nos entrega su corazón porque seguramente, ven a Jesús con nosotras/os también.

En estos 15 años, casi la mitad de mi vida, puedo agradecer profundamente a Dios porque cada Misión a la que me ha llamado ha valido por completo la pena. De cada una de las personas: niñas y niños, jóvenes, personas adultas y ancianas en los lugares de Misión; de mis papás y mi hermano, de los y las misioneras, asesoras/es, y MMB’s… de cada persona que se ha cruzado en mi vida misionera llevo una huella y un aprendizaje muy especial que me hace “ser la mujer que soy”.

He vivido momentos difíciles, confrontaciones fuertes, cuestionamientos muy profundos… momentos de lágrimas y otros muchos, muchísimos, de alegrías; de crecimiento personal y espiritual, de descubrirme, de conocerme y de dejarme abrazar por Jesús a través de estas personas.

Quiero darle gracias a Dios porque me sigue llamando. No sé cuánto tiempo o cuántas veces más pero hoy, quiero renovar mi compromiso como Laica, como Misionera de JUMMER en mi vida diaria.

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Cuando viví en la misión de Colomba, Guatemala, me hice una promesa: “nunca olvidar” mi experiencia misionera, mi encuentro con Él la primera vez que lo vi claramente a los ojos y el compromiso de que mi vida no sería vacía, que en cada lugar donde me encuentre siempre, al verme, la gente descubra en mí algo distinto y se pregunte: “qué es eso que hay en ti…”

Hoy renuevo mi promesa de que en el lugar del mundo en que me encuentre, siga siendo distinta. Que nunca me olvide de buscar la justicia, de compartir, de provocar un cambio positivo a mi alrededor. Que en mi trabajo, vean a Dios. Que en mi alegría, vean su sonrisa. Que en mi mirada, encuentren Su rostro. Que en mi escucha, sientan su apoyo. Que mis éxitos, sean siempre compartidos. Que en mis abrazos, sientan Su calor. Que en mi imperfección y mis errores, vean mi debilidad humana; pero que al levantarme vean la fuerza de una guerrera incansable que no está sola, porque Jesús va conmigo.

Hoy quiero compartir con ustedes mi alegría de seguir siendo misionera, a través de un símbolo muy mío. Desde pequeña me gusta mirar al cielo y pensar que Dios también me ve. Después, decidí que las estrellas que guiaban mi vida serían esos pequeños detalles de la vida que pasan desapercibidos. Entonces descubrí que al buscar estrellas… encontraba clips (o ellos me encuentran). He puesto atención a los lugares, los momentos, las charlas, las personas o lo que pienso cada vez que encuentro un clip. Fue entonces que todo cobró un sentido: los clips sirven para unir y en mi vida cada uno de los que he ido encontrando me conectan con un deseo, un sueño, un momento feliz, una persona que amo.

Que en su vida, a partir de hoy, coleccionen recuerdos positivos y busquen momentos de encuentro que les llenen la vida. La Misión no está sólo en las comunidades que visitamos. La Misión está todos los días de nuestra vida. En compartir el amor, en luchar por la justicia, en quitarnos la venda de los ojos, en ponernos en marcha ante la indiferencia y vencerla. La Misión es “siempre”. El encuentro con Jesús se hace más claro ante la necesidad y muchas veces no somos capaces de dar la mano a nuestra familia, amistades o a nosotras/os mismas/os.

Que en nuestra Misión de cada día, sepamos siempre encontrar a Jesús. Que por amor seamos capaces de salir a la vida, de disfrutarla. Que nuestra vida sea siempre una Misión… esa oportunidad para abrazar al mundo, para abrazar a Dios y dejarnos abrazar por Él.

Gracias Mercedarias Misioneras de Bérriz, gracias Familia, gracias María de la Merced, gracias Jesús, gracias Madre Margarita, por ser el motor que me impulsa y me permite seguir queriendo hacer algo Grande por Jesús.

María del Mar García Hernández, Laica MMB

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“NOS ENSEÑAN

QUIÉN ES JESÚS”

 

“Experiencia de Misión
en la comunidad de La Cueva, Guanajuato”

 
Misiones, es una experiencia la cual no tiene palabras exactas para describirla, creo que es algo que te cambia por completo la vida y la perspectiva de ella, te haces una persona mucho más consciente y más creyente, aumenta tu fe sin duda y además te hace crecer como persona, en valores y educación. Durante la Semana Santa, muchas personas te entregan lo mejor que tienen, te abren las puertas de sus casas y te reciben como si fueras parte de su familia, te tienen una confianza inmensa que a muchas de nosotras y nosotros hoy en día nos cuesta mucho entregar, te hacen sentir en casa y querida/o. Más que nada, te das cuenta que tú solamente eres una herramienta de Jesús porque todas esas personas ven en ti el rostro de Cristo, aunque son ellas las que nos enseñan a nosotras/os quien es el verdadero Jesús, el tener fe y lo que es saber dar sin esperar nada a cambio.

Es una semana en la que te encuentras con Dios a través de personas que nunca imaginaste que conocerías y que te enseñan cosas que jamás vas a olvidar, personas que tienen una fe infinita en Dios aun cuando han tenido que enfrentar muchos obstáculos en su vida. Su fe está en Él al cien por ciento sin importar lo que pase, e impresiona, como ellas siempre están dispuestas a dar y a hacer todo por su iglesia, por su religión, por Dios. Les llena de felicidad tener a alguien en quien confiar, alguien a quien querer y que les quiera, alguien con quien puedan llorar o reír, simplemente en compañía son felices y agradecidas, aunque viven en realidades de suma pobreza.

Son 9 días que además de conocerte mejor, entiendes mucho más lo que quiere Jesús para ti y, aunque te cuestionas porqué es que tú tienes oportunidades que muchas otras personas no y quisieras cambiarles la vida y mejorarla, desde lo sencillo te das cuenta que estás haciendo algo grande en su nombre, estás haciendo algo grande por personas que acabas de conocer. Al finalizar la Semana Santa todo el esfuerzo y el cansancio traen consigo una satisfacción gigante, cuando regresas a casa, el único deseo es volver a estar ahí otra vez porque ya te sientes parte de estas personas.

Son pocos días pero son los suficientes para compartir la confianza entre 7, 8, 9 o la cantidad de personas que sea que durante esa semana se convierten en tus hermanas, de quienes aprendes muchos detalles y a admirarles, con quienes puedes reír y divertirte por horas, y juntas/os lograr una semana increíble.

Misiones es una experiencia que, aunque vayas una sola vez en tu vida… te marcará para siempre.

Daniela Molina Garduño
Misionera

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“Experiencia de Misión en la comunidad San José de Transito, Guanajuato”

Cada año, cuando creo que ya viví la experiencia Misión en todos los sentidos, me llevo sorpresas. Este año no fue la excepción, las sorpresas llegaban una tras otra.

Nos anunciaron que sería una comunidad difícil y así, un gran reto como misioneras/os; lejos de eso encontramos una comunidad abierta, participativa y sumamente generosa.

Historias fuertes, fueron las que nos compartían cada día, acompañadas de deliciosos platos en la mesa y de una inigualable calidez humana. Historias que nos conmovieron y nos llevan a reconocer y agradecer tantas bendiciones recibidas en nuestra vida.

Niñas y niños entusiasmadas/os por participar en las actividades diarias en la Semana Santa y sobre todo, una comunidad y un grupo misionero con deseos de ayudar y entregarse profundamente en esta Misión

Fue un tiempo intenso para dar y recibir a manos llenas, buen tiempo para hacer un alto y vivir otras realidades y especialmente un tiempo de ver a Cristo a través de los ojos de las demás personas en estas comunidades de brazos abiertos.

Karina Acevez
Misionera

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“FORMARSE EN AMOR”

 
Desde nuestro Colegio en Guadalajara, queremos continuar compartiendo el encuentro y cercanía en los servicios que realiza GRUMMER Primaria. Una alumna comprometida que forma parte del grupo y una de sus asesoras, nos muestran de manera sencilla el especial significado de acompañar y dejarse acompañar de otras experiencias de vida.

“Experiencia de GRUMMER Primaria en mi visita a los asilos”

 
Para mi GRUMMER es una oportunidad de ser mejor persona, cuando trabajamos en el colegio, convivimos, hacemos actividades divertidas, relacionadas con Dios y María de la Merced, reflexionamos de las cosas buenas y malas que hemos hecho para corregir los errores y seguir con las buenas acciones.

Cuando vamos a los asilos y compartimos con las personas mayores de edad, me doy cuenta de la paciencia, alegría, felicidad y aquello que debemos darles. Es muy lindo pero es aún más linda la alegría y el cariño que ellas y ellos nos dan a nosotras.

GRUMMER te enseña a valorar lo que tienes, a ser mejor persona, ayudar, saber dar y recibir, convivir unas personas con otras, sin importar diferencias, ser alegres toda la vida, ser sinceras, solucionar problemas dialogando, vivir en paz, ser solidarias, ser bondadosas y más. GRUMMER fue mi mejor opción para ser una buena y mejor persona.

Karol Martínez Macías
Alumna de 6° de Primaria

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“Mi experiencia en el asilo con las niñas de GRUMMER Primaria”

Se me ha hecho una de las mejores experiencias el tener la oportunidad de convivir con niñas tan cercanas a mí, ya que me siento muy identificada con ellas por el colegio. Es muy especial convivir con éstas niñas, ya que ellas están pasando por etapas semejantes a las que yo viví y el compartir consejos o diferentes maneras de afrontar las experiencias de la vida, me hace ver que puedo dejar una gran parte de mí en ellas.

Ir al asilo con ellas me dejó mucho que pensar, superó mis expectativas, nunca me imaginé que estarían tan dispuestas a compartir su amor y su tiempo a personas que de verdad lo valoran. Las niñas de GRUMMER Primaria, se dieron cuenta del amor que tienen esas personas mayores y ellas también encontraron la forma de alegrarles un rato, con actividades sencillas como jugar a la lotería, platicar con ellas y que les cuenten las experiencias que tuvieron en su juventud. Les tuvieron mucha paciencia y pude percibir que se abrieron con mucha facilidad a esta experiencia.

Espero que cada año haya la oportunidad de realizar actividades como estas con las alumnas del colegio, ellas logran sensibilizarse ante las realidades que poco a poco van enfrentando en su vida y pueden ir formándose en amor cada vez más grande y sincero hacia la persona prójima.

Mariana Marull
Alumna de Preparatoria y
Asesora GRUMMERPrimaria

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