Era la víspera del Domingo de Ramos, cuando la parroquia de Soyatián, comenzó a llenarse de jóvenes. Venían de Guadalajara. Eran 24 en total, la mayoría alumnas de nuestro colegio el Instituto de la Vera-Cruz en Guadalajara, algunas exalumnas y algunos muchachos muy afines a las MMB, que también querían tener esta experiencia. Además, las dos voluntarias del Colegio, que están en Soyatitán desde el mes de enero.

El sábado tuvimos “una oración de envío”, en la que compartieron sus deseos y expectativas. Impresionaba escucharles y ver cómo, en medio de un mundo que lleva a todo lo contrario: pasarla bien, gastar dinero, etc. Estas/os jóvenes buscaban tener la experiencia de vivir con la gente pobre, campesina, para apoyarles en todo lo que hiciera falta y aprender de ellas/os: su fe, su compartir, su modo de relacionarse en la familia y comunidad, su alegría en medio de tanta pobreza. De verdad que daba esperanza, ver tanto entusiasmo y ganas por vivir la misión.

Terminada la oración compartimos entre todos/as, una cenita sencilla, sentadas/os en el zacate, platicando a gusto, con preguntas que surgían sobre la misión, nuestra vida y trabajo como MMB.

El grupo se repartió en 5 comunidades campesinas, para vivir en las casas de la misma gente San Isidro los Laureles, Laguna Verde, Limón 2, San Isidro la Sociedad, 20 de Noviembre y las dos voluntarias que ya estaban aquí, se fueron a su misión: Hernández y Hernández.

El Domingo de Ramos, llegaron todos las y los Animadoras/es, Catequistas de las comunidades, y juntos/as, participaron en la procesión de Ramos y la Eucaristía. Al finalizar, como cada grupo ya sabía el lugar al cual había sido enviado, buscaba al Animador/a de esa comunidad y con ellos/as, se iban a su destino.

El Miércoles Santo, se volvían a encontrar todos/as, en el Viacrucis, que es larguísimo; sale de la parroquia vecina, Socoltenango y recorre como 15kms. hasta nuestra parroquia, donde termina. Este año tuvieron suerte, porque les tocó de bajada. Este Viacrucis, es una tradición de más de 30 años y no la quieren perder por nada. Aunque terminan exhausta/os, estaban felices de haberla podido hacer junto con todas las comunidades. Fue también bonito, la alegría de las y los jóvenes de volverse a encontrar y cómo cada quien compartía con entusiasmo, cómo les estaba yendo.

Al llegar toda la gente del Viacrucis, tuvimos la Eucaristía y después cada quien regresó a su misión. Ahí estuvieron acompañando al pueblo en las celebraciones de Jueves, Viernes y Sábado y el Domingo vinieron todas/os de regreso al centro de la Parroquia. Después de comer, descansaron un rato y por la noche tuvimos una oración para recoger la experiencia. De diferentes maneras, compartieron lo que les había supuesto la vivencia de Semana Santa. Se sentía a Jesús Resucitado en ellos y ellas, cuando expresaban cómo les había ayudado ver la fe de la gente, lo que habían aprendido y cómo les había tocado el corazón esta experiencia. Fue muy reconfortante y esperanzador, escucharles lo que implicaba para su vida esta experiencia.

Chiapas, además de la riqueza de su gente y de la Iglesia tan comprometida con el proceso del pueblo, de los indígenas y las mujeres, tiene una riqueza de naturaleza, con una belleza increíble. Por eso el lunes, para descansar, fuimos de paseo a disfrutar de tanta belleza y agradecerle a Dios que les regaló esta tierra.

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“GRACIAS POR QUE TÚ NOS HAS UNIDO DE VERDAD”

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No muy lejos de Soyatitán, a 28kms., hay unas cascadas preciosas: Las Cascadas del Chiflón. Con unos bocadillos en la mochila, se fueron a conocerlas, pasando un día de descanso contemplando la fuerza de la caída del agua, desde una altura de más de 300mts. Son 5 cascadas por las que va bajando el agua desde lo alto de la montaña con muchísima fuerza. Una de ellas, la más alta, se llama “Velo de Novia” y tiene una caída de más de 120mts. de altura.

El martes se regresaron todas/os a Guadalajara, con el corazón lleno de experiencias que les dejarán huella para toda su vida. Entresacamos algunos aportes que las y los jóvenes hicieron en la Evaluación:

– Nos llevamos en el corazón el amor de la gente y su generosidad
– Detectamos detalles como buscar darnos lo mejor que tienen, con detalles hacer que nos sintiéramos como en casa.
– Nos llamó mucho la atención que, como comunidad, en las celebraciones todos participan y dan su punto de vista de lo que les dejaban las lecturas y signos del Triduo Pascual.
– Buscan a Dios en todas partes
– El cariño de la gente, tanto hombres como mujeres, son algo sin precedentes, algo que
debemos contagiar a los demás sitios
– El testimonio que las personas nos dan, nos hacen darnos cuenta que, como seres humanos debemos apoyarnos y sobre todo seguir el último mandamiento que Jesús nos dejó: “Ámense como yo los he amado”.

Sin duda, Jesús Resucitado que se hizo tan presente en ellos, les seguirá acompañando, para que, al regresar a su vida cotidiana, sean testimonio de lo que aquí recibieron y aprendieron, como lo expresaron en su oración de envío:

Ayúdanos a mirar siempre hacia delante,
a emprender el camino convencidas/os, de que no vamos solas/os, de que Tú vas con nosotras/os.

Danos valor, mucho valor, para afrontar nuestra vida de todos los días, para ser testigos tuyas/os llevando ánimo y esperanza a las personas con quienes nos encontremos en nuestro caminar.

Abre nuestro corazón a los problemas del mundo. Haz que seamos capaces de escuchar a las demás personas.

Danos una actitud de humildad para servir con alegría cada día, sabiendo que, de esta manera, vamos construyendo tu Reino paso a paso.

Ayúdanos a gastar nuestra vida por el proyecto que Tú nos has encargado.
No queremos defraudarte, Jesús, queremos que cuentes con nosotras y nosotros. Estamos seguras/os de tu apoyo.

Gracias por este tiempo vivido, gracias por el silencio y por tu mensaje.
Gracias porque Tú nos has unido de verdad, gracias por haber estado aquí.
Gracias por todo, hasta por los detalles más sencillos.

Abdontxu N. Viar Bilbao, MMB

“GRACIAS POR PERMITIRNOS SEGUIRTE”

“Hay momentos en la vida trascendencia importantísima, y es cuando Dios nos enseña un camino a seguir y luego deja a nuestra voluntad la correspondencia”

M. Margarita López Maturana

Medio dormidas aún por culpa de la emoción transformada en insomnio, llegamos al aeropuerto de Guadalajara, nos despedimos de los papás y la hermana Licha que, quiso acompañarnos para vernos de nuevo hasta mayo. Con un aterrizaje bastante peculiar, Chiapas nos recibió con los brazos abiertos y un calor intenso. Don Miguel nos ayudó con un letrero con nuestros nombres a encontrarlo, dos horas después, ya estábamos en Soyatitán. La hermana Rosa nos recibió con los brazos abiertos, la hermana Ana con la comida y la hermana Abdontxu aún no llegaba. Subimos a nuestro cuarto por los próximos cuatro meses y medio.

Las primeras dos semanas las hermanas MMB nos acompañaron a conocer Chiapas, las comunidades y tuvimos la suerte de participar en la marcha por Tatik Samuel que coincidió con el aniversario 25 de CODIMUJ (agrupación de mujeres en Chiapas).

Y por fin, se nos hizo ir por primera vez solas a la colonia que nos abrió las puertas y donde dejaríamos el corazón, Francisco Hernández Hernández. Nos permitieron ser parte de seis familias, que se arriesgaron a recibir a ojos cerrados a lo que sería un par de tapatías con complejo frustrado de cantantes, bailarinas y que no se callan más de dos minutos a menos que se duerman. Tortear nuestro talento, definitivamente no fue, pero siempre una plática o una risa de esto salía. Con las niñas y los niños, hasta de cubetazos nos llevábamos, pero que no nos sacaran una chispita (cuete) porque hasta el otro lado de la cuadra brincábamos. Con las y los jóvenes la amistad más pura y real hicimos, el tiempo no era un problema, siempre lográbamos extenderlo hasta muy tarde, estando en el domo jugando si era necesario. Aunque poco fuimos al rio, nuestros complejos de sirenas con ellas/os nos salían, luego nos seguían también.

Las mujeres en Hernández, todo un ejemplo de valentía y coraje, día a día dividen su corazón, así como su estómago, para compartirlo con su familia. Las pláticas y consejos con ellas nunca nos faltaron y uno que otro chisme nos hacía perder la noción del tiempo. Los hombres, todos los días salen a trabajar, ya sea en la caña o en los apiarios con las abejas, pero siempre volvían a la hora de comida con una sonrisa que a todos nos daba energía. Siempre pendientes de su mujer y familia, lavar trastes, hacer tareas con las/os niñas/os, todo lo podían hacer también ellos, tanta paternidad se veía que hasta nosotras la sentíamos. Y como la gente buena se desborda, hasta Santa Rufina, la comunidad vecina, llegamos con la meta de enseñar a leer y a escribir.

Nuestros jueves consistían en caminar alrededor de cuarenta minutos para poder llegar, y de regreso, la misma historia, al menos que nos topáramos con algún coche, desde los que vendían bateas hasta cañeros, lo que sea que nos pudiera ahorrar unos pasos. La escuela perfecta, las y los niños atentos haciendo su trabajo sentadas/os en piedras y con un árbol que nos compartía su sombra, que más podíamos pedir. Día a día, aprendían más rápido de lo que pudiéramos esperar, les enseñamos a sumar y restar, pero algo que nunca nos enseñaron a nosotras fue a despedirnos de ellas y ellos.

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En menos de lo que pudimos pensar, nuestro corazón echó raíces y nos encontramos con sentimientos tan puros y profundos con cada persona de estas colonias que la despedida siempre se aparecía en nuestras pesadillas. Si una comunidad te roba el corazón, a nosotras nos los robaron dos veces ¡imagínense!

Despedirnos fue la mezcla de sentimientos más intensa que hemos experimentado. Nuestra raíz es tan profunda y gruesa, que una parte de nosotras sabe que vamos a volver, pero la duda siempre aparece. Aquí aprendimos tantas cosas, como que extrañar no significa no querer estar, más bien es saber valorar lo que dejas atrás y que no tienes que conocer a alguien desde siempre para poder sentirte como de su familia.

Ahora es el tiempo de poner en práctica lo que las personas nos enseñaron, estas personas que estamos dejando aquí en Chiapas. No hay palabras suficientes para agradecer todo lo que vivimos aquí, no sólo las risas ni las recetas, sino los lazos que formamos y que sabemos que serán de por vida.

Gracias Chiapas por tus paisajes y tu calor, pues, aunque nos tostaste los pies, nos devolviste un poco de color que lo llevamos en la piel y en el corazón; gracias por tu comida, pues, aunque nos cobrarán peso extra, y no por el equipaje, nos diste la mejor energía para vivir el día a día. Y lo más importante y por lo que te enorgulleces, gracias Chiapas por tu gente, porque nos adoptaste y nos hiciste hermanas de todas y todos, por tu gente humilde, amable, sencilla y sonriente, por enseñarnos que la gente buena todavía existe y gracias por ser el lugar que ahora consideramos segundo hogar.

Gracias Dios, por permitirnos venir aquí a seguirte, gracias por habernos hecho coincidir en estos instantes de la vida con gente tan maravillosa que nos dio energía y motivación para seguir. Esto no es un adiós, es un hasta luego, no te libras tan fácil de nosotras.

Paulina Romero de la Torre
Ana Isabel Rodríguez González
Voluntarias

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“PEQUEÑOS PASOS DE ESPERANZA”

No hace mucho visité la misión de Soyatitán, Chiapas, a donde llegamos hace 15 años. Esta misión está inserta en la Diócesis de San Cristóbal las Casas, donde estuvo don Samuel Ruiz por décadas – un profeta de nuestros tiempos- y se logró una Planificación Pastoral de Conjunto abierta, con un sentido de Iglesia más al estilo de Jesús, con participación, comunión, valorando las diversas culturas que ahí es como un mosaico, donde se hablan 5 o 6 lenguas indígenas y donde ellas han ido recuperando su valor. Cientos de Diáconos casados prestan su ministerio a las diversas comunidades. Un momento importante en este proceso eclesial fue la Visita del Papa Francisco a principios del año pasado, donde se entregó la Biblia traducida a una de las lenguas más habladas en la Diócesis y les expresó el valor que tienen las culturas indígenas.

“Sin embargo, muchas veces, de modo sistemático y estructural, vuestros pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad. Algunos han considerado inferiores sus valores, sus culturas y sus tradiciones. Otros, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, los han despojado de sus tierras o han realizado acciones que las contaminaban. ¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón!, perdón hermanos. El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita a ustedes.” Papa Francisco.

Don Felipe Arizmendi quien llegó hace como 15 años, continuó apoyando los lineamientos eclesiales vividos durante tanto tiempo.

Un signo de esperanza en este caminar de apertura y la búsqueda de la inclusión es la pequeña experiencia vivida a partir de la invitación formulada a las Mercedarias de la misión de Soyatitán, por el Sacerdote encargado a nivel del propedéutico, para que fueran a compartir con los Seminaristas, en esta primera etapa de su formación, algunos temas sobre la Mujer.
Pero dejemos la palabra ellos para conocer lo que ha sido para ellos esta vivencia:

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– Al pensar la llegada de las hermanas, para darnos las charlas, y conocer acerca del tema que nos iban a compartir, fue pensar que era algo muy aburrido y que no iba con nuestra formación -siendo seminaristas- , pero al ir empezando yo no quería participar, para mí era aburrido eso pero poco a poco fui captando el valor de la mujer, porque mi idea era diferente, de machismo, pero al ir oyéndolas fui cambiando. Fue una buena experiencia, que nos permitieran convivir con ellas y aprender lo que nos transmitieron. Fue algo bonito y maravilloso.

– En esta etapa de formación ha sido muy importante conocer muchas cosas que nos han compartido las hermanas sobre el gran valor de las mujeres y, conocer el trabajo de las hermanas, pues todos somos guiados por el Espíritu Santo y siendo hombres o mujeres todos valemos lo mismo.

– Lo que aprendí es sobre el verdadero e importante valor que se le debe dar a las mujeres en nuestro tiempo, comprendí que tanto el hombre y la mujer pueden hacer y decir en igualdad de circunstancias.

– Vemos cuanta violencia hay en nuestro país sobre todo contra las mujeres, y la invitación a compartir en nuestras propias comunidades para poder dialogar y respetar a las mujeres.

¿Por qué esta invitación a esta etapa introductoria del Seminario?

La idea es lograr una formación integral desde el inicio de la formación sacerdotal, teniendo una visión de fe desde la óptica de la mujer, ya que desgraciadamente se nos ha educado desde una perspectiva machista en todos los ámbitos de nuestra vida. Vimos muy positivo que un día a la semana los jóvenes seminaristas interactuaran con las hermanas religiosas, su sola presencia en nuestra casa le daba otro ambiente y esperamos que ellas nos sigan compartiendo toda su experiencia de fe y de vida y nos sigan ayudando a construir una sociedad más igualitaria y justa.

Esto que se va gestando es como esa semilla de mostaza que, aunque es tan pequeña, pero puede dar vida a un gran árbol y “haciendo cosas pequeñas en lugares pequeños se puede transformar el mundo”.

Rebeca Cervantes Martín, MMB
Coordinadora del Área de
México-Centroamérica

“CONOCIENDO LA DIVERSIDAD DE LA VIDA CONSAGRADA”

El pasado domingo 7 de mayo, día que se celebra “El Buen Pastor”, las hermanas Mercedarias Misioneras de Bérriz, María Micaela Reynoso Primo y Lilliam Miranda Quezada, tuvimos el gusto de participar en la Jornada Vocacional, donde participamos alrededor de 12 congregaciones religiosas.

En la ciudad Xela, en casa de las Madres de la Cruz, fue esta Jornada Vocacional, ellas siempre nos ofrecen este espacio porque es dentro de la ciudad y hay fácil acceso para todas las personas que participamos. Esta jornada ha sido una experiencia muy bonita y alegre con la partición de varias/os jóvenes de diferentes partes de Quetzaltenango. Constatamos que en esta jornada hubo menos participación de jóvenes que en jornadas anteriores, tambien hubo menos participación de congregaciones religiosas.

La animación musical, estuvo a cargo de tres jóvenes que cantaron y tocaron cantos alusivos a la ocasión, hicieron varias dinámicas de integración entre las personas participantes y así, hubo mucha vida.

Como parte de la agenda se dio la bienvenida y oración inicial por una Religiosa Servidora de la Palabra, participamos todas/os. De ahí pasamos al gran salón donde una hermana Betlemita compartió con las y los jóvenes la vocación de los apóstoles y les invito a que recorrieran su vida y fueran conscientes como el Apóstol San Juan, de descubrir en qué hora Jesús les había invitado a quedarse con Él.

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Al terminar esta charla, se invitó a las y los jóvenes a pasar por los diferentes lugares donde estaban las exposiciones de cada Comunidad Religiosa que se hizo presente, para que conocieran la diversidad y riqueza de la Vida Consagrada. Se les invitó a compartir un refrigerio que fue ofrecido por cada comunidad participante.

Después de este descanso, volvimos al salón para que cada Congregación expusiera en cinco minutos el propio Carisma. El nuestro, fue expuesto por Ma. Micaela y en ese pequeño espacio trato de nuestros orígenes, y sobre todo de la transformación de convento de clausura en Instituto Misionero y explico nuestra presencia en Colomba desde hace 45 años.

En seguida, se compartió el almuerzo y finalizamos con la Eucaristía celebrada por Monseñor Mario Alberto Molina obispo de la Arquidiócesis de los altos.

Lilliam Miranda Quezada, MMB

“SER LUZ PARA EL MUNDO”

Después de quince años en el Instituto de la Vera-Cruz, viví la experiencia de recibir en mi colegio el sacramento de la Confirmación, en él junto con un grupo de compañeras y otras jóvenes recibimos uno de los sacramentos por el que nos comprometimos a seguir a Jesús. Para mí, lo más hermoso, puro y real que existe es el amor que Dios nos tiene y para que sea auténtico amor tiene que existir la libertad y éste sacramento es un sacramento vivido, recibido desde la libertad. Dios nos da la libertad de elegir si queremos seguirlo o no; si queremos seguir su camino, si queremos recibir al Espíritu Santo para que, siendo una con Él, nos comprometamos a encender la luz en mundo dando testimonio de Jesús.

En este sacramento renovamos las promesas que un día realizaron nuestros papas y padrinos en el Bautismo, promesas que ahora, buscan hacer realidad el compromiso de asumir el Proyecto de Jesús.

Por la crismación, recibimos los dones del Espíritus Santo y aunque físicamente no lo pudimos sentir, creemos que nos fortalece para vivir con generosidad esta vivencia dentro de su Iglesia.

El sábado 20 de mayo, 46 personas nos comprometimos como seguidoras y seguidores de Jesús a vivir desde nuestro compromiso bautismal, a ser testimonio con nuestra palabra y vida que vale la pena trabajar en lo pequeño de cada día por hacer realidad el sueño de Dios, el mundo de hermanas y hermanos. Ser en la Iglesia de Jesús luz para el mundo. Abrimos nuestro corazón y nos dejamos tocar por el Espíritu Santo.

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Desde el principio, en todo el proceso de preparación estuvimos trabajando en nosotras mismas para descubrir lo que necesitábamos profundizar para conseguir realizar pequeños cambios en el entorno donde vivimos. También entendimos que el Espíritu Santo trabaja desde nuestro interior para hacernos personas más plenas y, siempre tuvimos presente a Jesús como nuestro maestro, guía, amigo, confidente y aquel que da sentido a nuestra vida cristiana.

En nuestra preparación descubrimos las partes oscuras y claras que hay en nuestro mundo y eso nos permite encontrar la luz, por difícil que sea para cada una, poniendo semillas del amor de Dios por todo el mundo.

El Evangelio de nuestra celebración nos recordaba: “No son del mundo, pues al elegirles, yo les he separado del mundo”, y ahí volvimos a tener presente, que Dios nos eligió y nosotras le dimos un sí. Además, lo hicimos como alumnas y exalumnas del Instituto de la Vera-Cruz, comprometidas a llevar siempre en nosotras el Carisma Mercedario que nos invita a “ser libres para liberar”. Algo que hemos recibido en el colegio y que lo hemos tratado de hacer vida en el contacto con otras realidades desfavorecidas de nuestra sociedad, buscando servir y entregarnos a las demás personas… Siendo mujeres que trascienden, que buscan llevar la verdad, y colaborar en la construcción del Reino de Dios aquí en la tierra.

Para cada una fue un día muy especial, pero todo eso no se queda en un solo día, nos llevamos el compromiso de transmitir el amor de Dios a donde vayamos y vivir siempre alegres y convencidas de esta vocación cristiana. Y así, unidas en comunidad y con Dios ser luz para el mundo en todo momento.

María Pilar Toussaint Padilla
Alicia Obregón Torres, MMB

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“SEMANA SANTA EN
EL BASURERO-Parte 2”

Los riesgos de la actividad son mayúsculos ya que no se utilizan guantes ni trajes especiales, encontrándose agujas, vidrios, latas y un sin número de objetos contaminados y punzantes. Aunque hay organizaciones que ofrecen implementos para su protección, las y los guajeros prefieren no usarlos pues les quita agilidad a la hora de maniobrar.

Otra clase de riesgo constante son los incendios, y los derrumbes (sobre todo en tiempo de lluvias), dicho sea de paso, la mayoría de catástrofes que suceden en el lugar no son cubiertas como noticia por los medios de comunicación.

Hay otro gremio de guajeras/os que son las personas llamadas mineras/os (porque buscan alhajas y metales valiosos dentro del agua) que van a lo que sería “el quinto patio” y que nadan en el río donde se une el nacimiento del Rio la Barranca, los desechos de algunas fábricas y los lixiviados (líquidos, por lo general son los “sueros” que se escurren de algún cuerpo orgánico durante el proceso de descomposición de la basura).

Constantemente se producen gases, producto de la descomposición de los elementos que se juntan con ácido de batería, desechos tóxicos, etc., por lo que el riesgo sanitario no solo es para las personas que se encuentran en el lugar, sino para todas las zonas aledañas al basurero, además del terrible olor que lo impregna todo.

Dentro del basurero hay personas viviendo en chozas hechas de cartón y madera, con piso de tierra, sin agua, ni condiciones dignas de vida.

Frente al basurero, al cruzar la calle están varios asentamientos sobre un terreno que es relleno sanitario, que se han ido conformando por invasiones. El asentamiento en el que estuvimos tiene 7 años de antigüedad y lo conforman 350 familias, es un laberinto de callejones, donde una va caminando entre basura, niñas/os, perros, la mayoría son casas de lámina y madera.

Por el testimonio de varias personas que tienen años asentadas en ese lugar, nos enteramos que la mayoría de la gente come de lo que encuentran en el basurero… “Nosotras/os hemos subsistido comiendo lo que desecha la gente rica. Antes sacábamos carne, pollo, embutidos, latas abolladas y hasta verdura y fruta. Primero cocinamos y comemos nosotras y si a la media hora no nos hace daño, se la damos a nuestras/os hijas/os… ahora los súper mercados tiran las bolsas de carne y de pollo inyectados con desinfectante de pisos o con violeta de genciana, para que no la consuma nadie”… En ese momento, pasó un señor vendiendo bolsas de pollo a Q5.00. Si están inyectados, a la hora de freírlos saldrá espuma y tendrán que tirarlos.

Los hijos e hijas de guajeras/os, por lo general empiezan a muy temprana edad a ir a “guajear”, exponiéndose a abusos, mal trato, extorsiones y un sin número de peligros. Se nace, crece y muere en ese contexto. Una minoría logra estudiar y salir de ese contexto. La mayoría, va construyendo su casa, su patrimonio, su red de relaciones, su nueva familia, por lo que no se plantean salir de ese lugar. Además, nadie les manda, no hay patrón, y pueden tener ingresos diarios, sin tener que esperar a la quincena.

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Hay varias iglesias y más de 10 organizaciones trabajando en favor de esas personas, brindando escuelas, guarderías, talleres de manualidades, apoyo psicológico, clínica, etc., pero parece que la realidad supera todo tipo de ayuda.

Nos encontramos a muchas personas adultas, jóvenes y niñas/os, alcoholizadas o perdidas en la droga y la prostitución, una manera tal vez de mitigar el dolor de la explotación, la injusticia, el abuso, la pérdida de personas queridas aplastadas y desaparecidas por la basura, la degradación humana que la pobreza extrema y otros agravantes han generado.

Nos dimos cuenta que en ese mundo (como en todo mundo), hay sub-mundos… Una especie de holograma que refleja y condensa la condición humana en todos sus aspectos y matices. Encontramos gente maravillosa, admirable, solidaria, trabajadora con metas altas en sus vidas, comprometidas con el bien común… y gente con un enojo y una rabia permanente, que por nada saca a pasear su agresividad incontrolable… ying y yang… gracia y desgracia… y ahí, en medio de todo, tratamos de escudriñar la realidad y descubrir la Encarnación del Hijo de Dios, que por amor a ésta humanidad subió al madero, al árbol de la Vida y que sigue viviendo su viernes santo y su Pascua en el día a día. Muerte-Vida.

Ahí, en el caminar por esos callejones, con esos olores, entre tanta basura, ante el dolor impotente de muchas personas, nos descubrimos, nos re-conocimos a nosotras mismas, con nuestras miserias y vulnerabilidades, nuestros intentos fallidos de fidelidad y al mismo tiempo habitadas por el Amor desmesurado de Dios a nuestra humanidad… puro Misterio de Dios encarnado… hermanadas con todas ellas y ellos, una más en ese mosaico de realidades…

Visitamos familias en sus pequeñas casitas hechas de lámina. Jugamos con niñas/os en una actividad con piscinas. Celebramos la fe. Anduvimos el Viacrucis. Compartimos la mesa. Dormimos el sábado de Gloria en la casa de una familia que nos dejó una cama y una colchoneta… y volvimos el domingo a “Galilea”, con un movimiento interno fuerte, preguntas sin respuesta, con el olor todavía penetrado en el olfato, para recordarnos que la muerte y el mal no tienen la última palabra, que estamos invitadas a remover la piedra de nuestro corazón y el de tantas otras y otros, exhortándonos a dejarnos sorprender por un amanecer diferente cada día, a traspasar nuestras fronteras y resignificar diariamente nuestro sí a la Vida, confiando en que el dueño de la historia, no se olvida de su creación y de tantas personas sufriendo por la explotación, el abuso, la migración forzada, el tráfico humano, la guerra… Dios camina con nosotras/os, ¡Dios camina entre su Pueblo!

Comunidad MMB de Cotió

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“SEMANA SANTA EN
EL BASURERO-Parte 1”

Esta Cuaresma, podemos decir que fue especial para nosotras como Comunidad de Cotió en Guatemala, ya que la realidad se nos fue imponiendo de diferentes maneras, lo que nos hizo plantearnos cómo queríamos vivir nuestro camino hacia la Pascua y cómo viviríamos la Semana Santa en concreto. Casi todos los años nos había tocado acompañar durante la Semana Santa a comunidades campesinas, con la consabida celebración del Triduo Pascual.

La vida nos dio la oportunidad de vivir un tiempo litúrgico diferente. Hubo dos acontecimientos que nos movieron a voltear la mirada hacia otros horizontes y escudriñar la realidad, para encontrar una llamada significativa. Uno, la Comunidad de Colomba nos informó que, por razones de logística interna, no nos podían recibir éste año para acompañar Comunidades. Dos, los periódicos a diario nos traen en primer plano, realidades dramáticas que de algún modo nos quedan lejos estando cerca. Se dio el caso el 8 de marzo, día de la mujer, del incendio en un albergue para menores víctimas de maltrato, que ha dejado como saldo 41 adolescentes muertas y otras con quemaduras de gravedad, que sacó a la luz un tema urgente que ha estado postergándose, como es la atención a la niñez en riesgo, con todas las tramas de corrupción que solo son un reflejo de la fragilidad institucional que se vive en el país. Este hecho ha conmocionado al país y a la Comunidad Internacional. A nosotras nos hizo hacernos varias veces la pregunta: ¿Qué he hecho por Cristo? ¿Qué hago por Cristo? ¿Qué he de hacer por Cristo?

Vimos que teníamos la oportunidad de poder acompañar y dejarnos tocar por alguna de las tantas realidades que viven las/os Cristos sufrientes en ésta Ciudad Capital que ronda los 3 millones de habitantes y que nos interpelan en nuestro diario transitar por sus calles.

Tuvimos la gran suerte de que una amiga nuestra, Sor Lidia Cruz, religiosa de las Hermanas de la Caridad, que acompaña una de las tantas Comunidades aledañas al basurero de la Zona 3 de la Ciudad Capital y colabora en la Iglesia de Santa María que depende de la Parroquia de San José Obrero de la Zona 7, y es atendida por los sacerdotes Misioneros de la Caridad, nos hizo la invitación a vivir la Semana Santa en ese espacio.

Nos organizamos y estuvimos allá de martes a domingo. Todo lo que se pueda decir, no refleja en gran parte lo que es la realidad, ni lo que cada una de las cuatro integrantes de la Comunidad pudimos experimentar, pero trataremos de exponer, de forma limitada, lo que vivimos esos días.

Vamos a ubicar de manera general el contexto y realidad de el basurero de la Zona 3. Este fue ubicado desde 1954 en una zona muy céntrica, a solo 3 km. del Centro Histórico, en uno de los muchos barrancos que existen en la ciudad, cuando la municipalidad rellenó el río La Barranca para construir lo que sería el relleno sanitario. Por razones administrativas y políticas, el proceso para construir el relleno sanitario se descuidó, por lo que ha ido creciendo descontroladamente en todos sus aspectos.

Empezaremos diciendo que el problema de la basura tiene en Guatemala dimensiones alarmantes, ya que, por un lado, de los 340 municipios, ninguno tiene un tratamiento aceptable de los desechos.

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Algunos afrontan problemas de contaminación grave, de forma que sus reservas de agua están contaminadas. Por otro lado, el país no educa a su población sobre el uso y tratamiento de la basura, por lo que la gente no sabe muchas veces que hacer con ella y termina tirándola en cualquier lado, generando focos de contaminación.

El aumento constante de las cantidades de desechos sólidos, se ha venido agravando en consecuencia del acelerado crecimiento de la población y la concentración en el área urbana, el desarrollo industrial, los cambios de hábitos de consumo, así como también, debido a otra serie de factores que conllevan a la contaminación del medio ambiente y al deterioro de los recursos naturales.

El avance industrial en Guatemala, ha provocado que cada día se fabriquen más productos sólidos no degradables, en su mayoría, fabricados con polímeros (plásticos) que provoca una mayor generación de este tipo de desechos sólidos y al visitar el lugar se observan por todos lados, una gran cantidad de bolsas y envoltorios plásticos.

Aproximadamente entran diario 800 camiones (la mayoría de empresas particulares) a depositar un promedio de tres mil toneladas de basura, de la cual el 44% es orgánica, el 18 % papel y el 13% plásticos. Esta basura corresponde a 9 municipios de los alrededores.

Las y los guajeros (personas que viven de la basura para su subsistencia) que tienen autorización “oficial” para ingresar en el basurero son entre ochocientas a mil personas, pero se calcula que otras dos mil ingresan por lugares prohibidos que no están autorizados. Aproximadamente 2,000 familias (unas 11,000 personas, en su mayoría niñas/os) dependen del Relleno Sanitario de la zona 3 para su subsistencia.

Las y los guajeros son un gremio desprotegido que está expuesto a toda clase de riesgos por contaminación, intoxicación y accidentes laborales, así como los empleados del lugar quienes carecen de un plan de seguridad laboral. Las y los guajeros han venido a formar parte de un sector económicamente fuerte de la Ciudad, por la compra-venta de materiales para reciclar o re-usar. Dentro de éste gremio hay distintos estatus y modos de organizarse, por lo que se considera que se genera un ambiente muy hostil donde hay que pelear para conseguir las latas, el cartón, el plástico, donde las/os menos hábiles pueden llegar a conseguir entre Q10 y Q20 al día (1 dólar igual a 7.50 Quetzales).

En la actualidad las y los guajeros son objeto de competencia desleal, ya que los camiones de basura recolectan todo lo que se puede reciclar (lo útil de la basura), lo negocian antes de llegar al Relleno Sanitario de la Zona 3, y lo venden antes de ingresar, en un lugar vecino.

Cuando ingresan al basurero, hay guajeras/os con su grupo, esperando para “comprar” el camión, es decir, ser las/os primeras/os en recolectar. En ese momento se suben algunas/os “cachas” al camión para sacar lo mejor, antes de llegar al lugar donde tirarán la basura, actividad sumamente peligrosa. Después de una segunda o tercera selección, entran personas que no están agrupadas a rebuscar en la basura por un espacio de tiempo muy corto, antes de que entre el tractor a empujar la basura para rellenar y aplanar el lugar… otro peligro constante, ya que, por la cantidad de ruido, muchas veces no escuchan y el tractor los atrapa, mutilándolas/os y/o aplastándolas/os.

“EL VALOR DE LA ENTREGA Y LA SOLIDARIDAD”

Hoy tengo la oportunidad de compartir por primera vez lo que ha significado una actividad que realizamos con el grupo de 35 jóvenes que se preparan para el Sacramento de Confirmación en la Parroquia “Santa Cecilia”, San Ignacio Zona 7 de Mixco en Guatemala. El grupo de Catequistas lo conformamos la hermana MMB Ana Noemi Chocón, Migdalia Marisol Pérez, Pablo Brito y yo Rosario Chin.

El día sábado 8 de abril tuvimos nuestro primer “servicio de sensibilización” en donde cada joven colaboro con víveres para apoyar a las familias más necesitadas de la colonia. Su actitud no tardó en dar una respuesta favorable, ya que se reunieron varias despensas lo cual nos ayudó a dar una bolsa de víveres bastante surtida a cada familia.

Durante las Catequesis de los días sábados, habíamos estado reflexionando el Triduo Pascual: pasión y muerte de Jesús; y en esta actividad como experiencia profunda de la Resurrección, reflexionamos cómo Jesús puede seguirse manifestando desde el amor, el servicio y el envío, especialmente desde el valor de la entrega y la solidaridad delas y los jóvenes.

Después de la reflexión, cada joven dio a las familias, especialmente a las madres, los víveres. Las madres expresaron su agradecimiento y el que se les haya tomado en cuenta para darles este apoyo. En seguida, compartimos una sencilla refacción. Fue una experiencia muy especial.

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La actividad tuvo dos razones: una, era hacer una buena acción a nuestro prójimo justo antes de la Semana Santa para iniciarla siendo servidoras/es, dando a conocer el amor misericordioso de Dios al entregarnos todo en su amado hijo Jesús; la segunda, era hacer consciencia en las/os jóvenes de valorar lo que tienen en su casa, desde un plato de frijolitos, hasta su casita de lámina, también, el tener una familia donde falte papá o mamá. El hecho es valorar lo que se tiene hoy.

Esta experiencia les ayuda mucho porque a esa edad las y los jóvenes pocas veces pueden dar, y menos a personas que no conocen, ya que ellas/os siempre quieren recibir e incluso exigir lo que desean. Para quienes se disponen a aprender de esta experiencia les es muy valiosa ya que les anima a seguir ayudando y dando de lo que Dios les ha regalado.

Para mí esta experiencia fue muy especial, ya que es una actividad muy enriquecedora porque veo la necesidad física y espiritual de las familias. Con la visita, podemos acompañarles y darles un poquito de nuestro tiempo, ofreciéndoles lo que hemos recibido en nuestra formación de ser Iglesia: servir y alimentar la fe, no solo ayudar en las necesidades físicas sino también en las espirituales. Es un impulso para que estas familias se sientan animadas y puedan acercarse a la Iglesia pero la finalidad es especialmente, que se sientan agradecidas con Dios por tantas bendiciones que reciben cuando menos lo esperan.

Rosario Chin
Catequista de Confirmación

“DIOS NOS INVITA A RECREAR LA VIDA”

Otra experiencia que hemos vivido durante la Semana Santa, fue la de acompañar a las niñas y adolescentes de la “Asociación La Alianza” (ALA), una Institución que se encarga del cuidado, la protección y la garantía de los derechos humanos de estas niñas y adolescentes.

El día miércoles santo, tuvimos la oportunidad de convivir con ellas y hacer de ese día, un día en donde se pudiera hacer algo diferente al diario vivir que llevan. Por tanto, organizamos un día de verano, realizando varias actividades que hicieran posible compartir la alegría, el dinamismo de cada una. Disfrutaron un momento de dinámicas de presentación, de convivencia y bailes. Luego, se dispusieron a ir a las piscinas que les colocaron en el patio ya que, todas estaban deseando que llegara ese momento. Realmente es un espacio en el que la diversión con el agua se torna distinto y muy alegre y, estando en las piscinas también se realizaron dinámicas en un ambiente lleno de mucha diversión, donde el cansancio, el dolor, la tristeza y la pereza se fueron disipando cuando se iba encontrando el sentido de la actividad.

Tuvimos el almuerzo con ellas, así que fue un momento en donde nos dejamos sorprender de cómo cada niña y adolescente, incluso madres jóvenes, disfrutaban del compartir, dialogaban, reían, bromeaban y compartían lo que les había hecho sentir y disfrutar lo vivido durante la mañana. La gran mayoría mantenía esa sonrisa de gusto porque realmente fue un día muy distinto a los demás, y también porque era un día de relajación, de diversión, de disfrutar y de soltar la tensión de las responsabilidades.

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Por la tarde, después de un tiempo de descanso, vimos la película de “Cadena de favores”, una película con grandes mensajes para la vida, para saber observar la realidad personal y colectiva, y así, brindar la ayuda a quien realmente la necesita. Las chicas rescataron varios mensajes porque había escenas que conectaban con algunas experiencias de su vida, así que, no dejaron de expresar lo que pensaban, sentían e incluso aquello que les sorprendió como desafío para vivirlo en el día a día.

Finalmente terminamos el día muy contentas, tanto ellas como nosotras, porque realmente fue un regalo tener estos espacios en donde Dios nos invita a recrear la vida de manera muy sencilla, acercándonos con respeto, admiración y valoración de estas chicas valientes que día con día, luchan por aprovechar lo recibido en esta institución y así, poder tener una vida más digna, valorada y reconocida, reconociéndoles también los talentos y dones que ellas mismas van descubriendo en sí mismas en medio de las distintas realidades que han vivido.

Ana Noemi Chocón, MMB
y Paulina Soltero, MMB

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“SENTIR CON ELLAS Y PARA ELLAS”

Con anterioridad, nos habíamos puesto de acuerdo con doña Etelvina Estrada, una señora de la Pastoral de la Mujer, quien es “la apóstol” de esta comunidad en unión con su hermana Filomena aquí en Colomba, Guatemala. Pedí a Jeremías, un joven del Chuva que me acompañara para ocuparse de niñas, niños y jóvenes.

La finca Soledad Grande donde vive doña Etelvina, no es una comunidad lejana, pero sí de muy difícil acceso, pues no hay picops que den ese servicio. Para salir de la finca, deben caminar una hora para llegar a pie de carretera, o caminar 50 minutos a través de cafetal para llegar a la Comunidad Agraria Santo Domingo, donde si hay medio de transporte.

El domingo de Ramos, después de participar en la procesión y en la Eucaristía en Colomba, el profesor Juan José nos llevó a doña Etelvina y a mí a la finca para comenzar nuestra misión.

Soledad Grande es una finca que ha quedado muy deshabitada porque el salario que pagan es de miseria, los hombres ganan Q. 20.00 al día y las mujeres Q. 15.00, los trabajadores se sindicalizaron y pidieron aumento de salario, vino el dueño y les echo fuera con todo y familia. Les dice que qué más quieren, si tienen casa, agua y luz.

Son pocas las personas que viven en esta finca, de las cuales hay algunas personas que se han ido a otras iglesias y la comunidad católica es muy pequeña y está casi compuesta de personas mayores, algunas jóvenes y niños/as.

Jeremías se integró el miércoles santo a la misión, pues es el responsable de la Pastoral Juvenil de Saquichillá, y el martes santo, organizaron un retiro con las y los jóvenes de esa zona donde participaron entre 45 y 50 jóvenes.

El mismo miércoles santo, Jeremías comenzó a trabajar con las niñas y los niños de Soledad Grande. Continuó la formación con ellas/os con mucha paciencia, desgraciadamente no logramos que se integrara ningún joven a las actividades religiosas.
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Hemos trabajado con ahínco, lunes, martes y miércoles por las mañanas, fuimos como comunidad a visitar enfermos, porque hay bastantes. Y por la tarde de esos tres días, hicimos un retiro en el que profundizamos sobre “El Triduo Pascual”. Tuvimos actividades de dramatización de los pasajes bíblicos y tambien de colorear los dibujos alusivos al triduo; había hermanas mayores que decían, “hermanita, yo nunca fui a la escuela, no se colorear”, yo las animaba y no saben qué bonitos les quedaron, se los mostraban con orgullo unas a otras.

El jueves santo, después de arreglar la Iglesia y preparar el monumento para la Adoración del Santísimo, fuimos como comunidad a visitar a las personas católicas que se han quedado sin participar en la Iglesia. Por la tarde hicimos la celebración de la Cena del Señor e insistimos en que es el día del “amor que Dios tiene por nosotras/os” y cómo nos pide que nos amemos unas personas a otras.

Jeremías hizo el lavatorio de los pies y, al terminar los oficios, hicimos la Adoración del Santísimo Sacramento con mucha unción y reverencia, finalmente compartimos un café y un panito en señal de “hermandad que desea vivir el mandamiento del amor”.

Viernes santo hicimos el Viacrucis por la mañana, al regresar al templo, celebramos los oficios de la pasión del Señor y la veneración de la cruz. Por la tarde se hizo la procesión del santo entierro. El sábado santo por la mañana, volvimos a visitar a hermanos y hermanas que se han quedado sin participación, solo logramos que regresara una señora.

Por la tarde-noche hicimos la Vigilia Pascual, aquí hubo más participación porque llegaron personas que vinieron de la capital a visitar a su familia. Fue una Vigilia muy solemne, hicimos la bendición del Fuego nuevo y del Cirio Pascual a un kilómetro de la iglesia, en un camino del cafetal seguido de la procesión de la Luz con el Cirio encendido y las pequeñas luces de todos los participantes. El grupo de señoritas que asistió a todas las actividades, siempre estuvieron dispuestas para hacer las lecturas, y a realizar lo que hiciera falta para que la comunidad católica se anime y resurja la fe en Soledad Grande.

Agradezco a la comunidad de Soledad Grande, que nos acogió con tanto cariño y nos brindó la ocasión de estar a su servicio.

María Micaela Reynoso Primo, MMB